Dijo José Gobello: Vicente fue un jailaife total. Morocho, alto, esbelto, vestía trajes oscuros y corbatas negras. Fabricaba su propia gomina y al aplicársela se sujetaba el cabello con una toalla, o una media, para ajustarlo a la cabeza. Era tan exquisito que mandaba lustrar las suelas de sus botas porque – sostenía – al cruzar las piernas debían lucir brillantes.

Vicente Madero Álzaga nació en Buenos Aires el 2 de diciembre de 1885 y murió aquí el 24 de mayo de 1946. hijo de Cayetana Álzaga, dueña de la estancia La Fortuna, en San Vicente –Buenos Aires- y de Francisco Domingo Madero. Su abuelo, Francisco Bernabé Madero, fue uno de los caudillos del levantamiento terrateniente conocido como la Revolución de los Libres del Sur, fundador del pueblo de Maipú y vicepresidente de la República durante la primera presidencia de Julio A. Roca (1880-1886).

Recordó la escritora Victoria Ocampo: llegó la época en que todos los jueves, lloviera o tronara, entraba a casa, seguido por sus acompañantes, Osvaldo Fresedo. Se bailaba tango la tarde entera. Los campeones eran Ricardo Güiraldes y Vicente Madero. Vicente era un genio como bailarín y no creo que nadie haya llegado a superarlo. Cuando caminaba el tango, todo su cuerpo, al parecer inmóvil, seguía elásticamente el ritmo, lo vivía, lo comunicaba a su compañera que, contagiada, obedecía a ese perfecto y acompasado andar.

¿Cuándo ocurrían estas tertulias tangueras en la "high" society? Después de 1913, año en que la Sociedad Sportiva, presidida por el barón Antonio De Marchi -cuya vida ya fue difundida por Tomás Buenos Aires, organizó el célebre concurso del Palace Théâtre, del que Madero integróel jurado presidido por Julián Aguirre.

Pero antes, en 1907, Ricardo Güiraldes, Vicente Madero y Daniel Videla Dorna impusieron, plantaron, el tango en Paris. ¿En qué lugar de París? En los salones aristocráticos, donde lo bailaron las pitucas y pitucos más distinguidos. Ahí, y en ese momento, se incorporan Ivonne, Claudinette, Ivette, Margot al tango argentino, que también importa términos como "petit" y "Armenonville" para marcar la distinción sobrando al cocoliche y el lunfardo.

Desde ese glamour francés lo adopta la clase alta porteña que tuvo a París como modelo a seguir, como ciudad esplendorosa, a la que deseaba, y podía, reflejarse.

"Fue, -dijo Ulyses Petit de Murat- el pueril orgullo nacionalista que traían los que habían asistido al triunfo del tango en París, el que abrió a esa danza de las orillas las puertas de las mansiones de la avenida Alvear, de Callao, de Santa Fe, de Florida". Era el tango liso que alcanzó una tremenda difusión en salones, cabarets y después en los clubes de barrio hasta convertirse en la danza más popular hasta muy entrada la década de los años cincuenta.

Pasó el tiempo y antes de 1920 uno de los primeros salones y academias de tango parisinas ya pertenecía a Vicente Madero. Pero además este bon vivant argentino era, en ese momento, cónsul argentino en la capital de Francia. Y también habitué de los cabarets, incluso el “Princesse”.

Allí llevó a bailar a su compatriota el músico y director Manuel Pizarro, mientras que al propietario, Elio Volterra, lo convenció de que le cambiara el nombre de “Princesse” por el de “El Garrón”. “Madero, el cónsul, me ayudó con el dueño del "Princesse", el señor Volterra y me dio una oportunidad”, reconoció el director de orquesta.

Pizarro – tiempo después dueño de “El Garrón”, contó su debut en ese cabaret de París de los años 20, donde el cónsul argentino bailaba: “yo tenía un nudo en la garganta, se hizo silencio al apagarse las luces y hubo aplausos. Oí a Vicente Madero gritar ¡Viva el tango argentino! y todos los compatriotas presentes lo imitaron. Empezamos con "La morocha", en total hubo que tocarla ocho veces, luego "El choclo", "La catrera", "Derecho viejo" y no recuerdo más”.

Gardel llegó por primera vez a París, apadrinado por Pizarro en 1928. En esos años a Madero extrañaba demasiado a su Patria, Volvió unos meses después y entre 1930 y 1946, cuando murió, fue prosecretario de la Cámara de Diputados de la Nación.

Pero, ¿cómo bailaba el tango Vicente Madero?: como aristocrático. De acuerdo a relatos de quienes vivieron esa época, existió un estilo popular del baile del tango,que representó principalmente El Cachafaz, y una línea aristocrática, cuyo referente obligado fue Vicente Madero.

Mientras el estilo aristocrático, el paquete, privilegió la elegancia, el compás, el fraseo de su baile acompañando a la música, el popular estaba sembrado de cortes y quebradas: “rozando el “verduleo” dirían los taitas de esa época, cuando se calificaba de “verduleros” a los bailarines que, sin preocuparse por lo anterior, encolumnaban figuras en su danza a las que subordinaban la apostura.

Entre uno y otro estilo o franja social, un abanico de renombrados bailó el tango inclinándose hacia uno u otro estilo: Bernabé Simarra, Ricardo Güiraldes, Enrique Saborido, Juan Carlos Herrera, Francisco Ducasse, Elías Alippi, César Ratti, Gerardo Portalea, El Mocho, El Tarila, el Vasco Aín, Virulazo, Pepito Avellaneda, el Negro Lavandina, Juan Carlos Copes, Osvaldo Zotto, el “Pibe” Sarandí, los Díspari, los Balmaceda. Hoy mismo, tantos muchachos jóvenes que copan Europa, los países escandinavos, incluso el oriente bailando tangos, deben ser integrados a esta lista.

La hija de Vicente Madero, Malú Madero de Fernandez Ocampo, durante una entrevista que concedió en 1979, sintetizó el estilo de baile de su padre así: “no con firuletes.  Era un tango caminado. Me decía, al enseñarme a bailar: “tenés que tranquear largo”. La irrepetible Puyeta Videla Dorna, acotó: “tranquear largo y saber agarrar a la mujer.

El muy grande Enrique Cadícamo, en su “Tango de Ayer” describió:

Aquel tango de smoking embrujó a la mujer,
fue Vicente Madero bacán y bailarín
y Carlitos Gardel rival de Chevallier
y un maestro de lujo
llamado el "Vasco Aín".