Nació en la calle Moreno entre Virrey Cevallos y Solís, el 25 de mayo de 1900, en familia de músicos. Fue tenido como niño prodigio por el dominio del piano que tuvo a los seis años. A los diez, ya tocaba en las casas de familias paquetas. Con catorce años fue el pianista de Saturnino Álzaga Unzué, por decir algo nomás, y no fue la única casa ricachona que frecuentó.

Largó los estudios por el tango y agarró el berretín de la soltería, principio que cultivó junto a su amigo-hermano Enrique Cadícamo. Hasta el día en que, con más de cincuenta años, el autor de “Pompas de jabón” y “Los mareados” se casó. Dicen que D´Agostino no se lo perdonó nunca.

A pesar de sus estudios musicales clásicos, el tango comenzó a entrarle a D´Agostino de la mano de Manuel Aróztegui y Alfredo Bevilacqua, que entre otros visitaban su casa. En 1915 conoció a Roberto Firpo que vivía al lado de la casa de un amigo y a los dieciocho años tocaba en el Jockey Club; un año después en el teatro Esmeralda (hoy el Maipo). Con veinte pirulos formó la primera orquesta no puramente tanguera. En 1921, trabajando en el Royal Pigalle y el Ópera, lo contrataron para París. Se quiso quedar acá.

D´agostino tenía estas cosas. Cuenta la historia que a veces se estira hasta la leyenda, que perdió su orquesta por dos pesos. Parece que los músicos le pidieron un aumento de dos pesos, para las grabaciones. No sé si por cada día de grabación o por cada una de ellas. Se negó. La orquesta se perdió y tuvo que rearmarla.

Primera formación
Ángel D´Agostino formó su primera orquesta de tango en 1934 en la que reunió entre otros a Aníbal Troilo, el violinista Hugo Baralis(h) y el cantor Alberto Echagüe. A Ángel Vargas se lo presentó un tal Vázquez, marido de Paulina Singerman y empresario. Vargas era tornero de frigorífico y el binomio se presentó en el Cine Florida con Libertad Lamarque y Casimiro Aín. Ni se imaginaban el suceso que protagonizarían hasta 1946 cuando se separaron.

 El 12 de noviembre de 1934 editaron para la Víctor “No aflojés” y “Muchacho”. No hizo falta más. Los “ángeles del tango” dijeron acá estamos para la antología del tango: noventa y tres registros grabaron D’Agostino y Vargas. Tesoros del género como “Tres esquinas”, “Ahora no me conocés”, “A pan y agua”, “Viejo coche”, “Ninguna”, “Trasnochando”, “Agua florida”, “Pero yo sé”, “Barrio de tango”, Adiós arrabal” y “Café Domínguez”, con las glosas inigualables de Julián Centeya. Temas como “Tres esquinas”, “Lo llamaban Eduardo Arolas”, “Pobre piba”, fueron composiciones de D’Agostino, a las que se deberían agregar “Pasión milonguera”, “El cocherito” y “Dice un refrán”.

En 1936, llegan a El Chantecler, el cabaret de mayor categoría en Buenos Aires, hasta 1940. Por si fuera poco lo contrata Pablo Valle para Radio El Mundo, lo más de la época. En 1943, lo premian como mejor director de orquesta en la audición Ronda de Ases. El premio fue 1.750 pesos. Un montón de guita para la época.

Con el mismo D´Agostino que se preocupaba por mantener un bajo perfil y en un tiempo en el que se encimaron los más grandes del género su orquesta no alcanzó la repercusión de la de Troilo, D´Arienzo, Di Sarli, Pugliese y De Ángelis. Increíble: en esa orquesta formaban Gabriel Clausi, José Basso, Atilio Stamponi, Jorge Caldara, Ismael Spitalnik y Ernesto Baffa.

Su orquesta entonaba más básica, con menos florituras en la interpretación aunque ceñida a la premisa de D´Agostino-director, cuidado reverencial por la línea melódica y ritmo con acentuación adecuado a las necesidades del baile. El último cantor de la orquesta será el actual Raúl Lavié, quien grabó con el maestro en 1962. Ese mismo año D’Agostino se retiró del espectáculo.

Siempre soltero por convencimiento, nunca dejó la noche ni de asistir a las reuniones de póker furioso en la trasnoche del Club Progreso. Siguió en esa hasta que murió el 16 de enero de 1991. Los coleccionistas se pelearon por su reloj despertador exclusivo que le regaló Evita. “Me fui alejando para estar solo y tranquilo. Si bien la música me dio grandes satisfacciones, hay cosas, como que a uno lo reconozcan, que no me gustan”, firmado Ángel D´Agostino.

-Con fragmentos tomados de Tango, un siglo de historia: 1880-1980”, página 204. Y Manuel Adet-