Año 1900 y pico, Roberto Firpo con su orquesta debuta en “Lo de Hansen”, Palermo, a metros del hoy Planetario sobre la actual avenida Figueroa Alcorta. El “Pardo” Santillán, morochón de Montevideo, es el crédito palermitano entonces mucho más amplio como barrio. “Donde Santillán hace un corte por el norte, ya se corre la voz por el sur” se alardeaba entre los parroquianos.

“El Cachafaz” Benito Bianquet llegó desde el salón “ABC” en el Abasto, donde se mentaba su baile como prodigioso. Derecho en su flacura y feo, cara salpicada con hoyos de viruela, derramaba la elegancia con la que había nacido para bailar el tango. Que pisaba con botines charolados, caña de gamuza gris y taco militar.

Sin anuncios, se sabe que habrá desafío de baile entre los dos. Ninguno está solo, el lugareño y el que visita tienen sus laderos de bebida fuerte y faca en los cintos.

“El Cachafaz” llegó sin pareja de baile, por lo que cabeceó a una que le pareció taura para lo que sería una topada. No hubo tiempo para mucha práctica entre los dos, con el correr de media docena de tangos las otras parejas van dejando lugar en la pista para lo esperado: un duelo de bailarines.

Y quedaron los dos con las mujeres para la vista de todos. La esgrima en la pista de Hansen fue de cortes, quebradas, corridas y provocaciones entre Santillán y “El Cacha”. Poco a poco el del Abasto, impone su elegancia, sus figuras de baile y su capacidad para la improvisación.

Los seguidores de “el Pardo” tantean sus cuchillos y los de “el Cacha” hacen lo suyo.  Cuenta Francisco García Jiménez en su libro “El Tango, historia de medio siglo 1830/1930” que un ladero de “El Cachafaz” peló el “fiyingo” –cuchillo de hoja fina pero ancho en la capacidad de muerte- y antes de que se armara con la provocación lo mandó de punta a clavarlo en el piso.

El gesto sorprendió al “Pardo” que se limitó a seguir su baile. “El Cachafaz” en cambio, se arrimó a bailar a su compañera y al cuchillo: con sus pies afeitó en rodeos rítmicos a los de la mujer y al cabo del facón para conmover a los concurrentes.

El desafío dio un ganador tan claro que no mereció una pelea entre cuchilleros para discutir el resultado. “El Cachafaz” fue el bailarín con más mentas desde ese momento. “El Pardo” Santillán se envolvió en la derrota.

Historias del baile de tango: historias de vida, de destrezas y coraje necesarios para sobresalir. Acaso un desafío al facilismo que nos cuelan por todas partes y que sólo puede prometer anonimatos. En la danza y en la forma de vivir.