Aníbal Troilo y Astor Piazzola se admiraron mutuamente. Siempre, aún mientras se distanciaron. "El Gato" integró la orquesta del gordo y fue, todavía muy joven, su arreglador. Al que Troilo debía moderar en sus vanguardismos con la goma de borrar sobre el pentagrama.

Piazzola fue, a su vez, el sanguíneo músico impredecible que se atrevió a dejar esa tremenda formación musical en el apogeo de popularidad, en la búsqueda de su propia música.

Con personalidades opuestas, sin embargo, la admiración en ida y vuelta hizo su trabajo para reencontrar a los dos creadores: Troilo, bonachón, calmo, generoso, sin rebusques, bohemio, porteñazo. Piazzola, vehemente, nervioso, egocéntrico, disciplinado, estudioso, peleador, hombre de mundo.

El pasaje que aquí rescata "Tomás Buenos Aires", tomado del libro "Mal de Tango" de Gerardo Varela, debe tomarse dentro de ese contexto de amistad que se prodigaron ambos. Y es imperdible.

Estas son palabras de Piazzola, en referencia al bandoneón de su querido y ya fallecido ex director que recibió en legado: 

"El bandoneón que me regaló Zita –la viuda de Aníbal Troilo- no es tocable; por lo menos para mí. Es como el auto que maneja una tía a 40 kilómetros por hora: cuando se acelera a fondo no responde.

Al fueye de Troilo lo tengo que tocar suavemente. Y yo no acaricio nada. Mis dedos son una ametralladora. Las veces que lo toqué en público se pinchó a los dos minutos y será así hasta el día del juicio final.

Yo hablo con los bandoneones. Por eso juro que una vez el fueye del gordo me dijo `¡¡¡Ay!!!`...

Creo que lo lastimé. Es porque yo toco con violencia. No concibo el color pastel en el tango. Esos golpes que pego en la caja son parte de mi música, una percusión, pero también va una piña cuando noto que algo falla”.

Y para que no queden dudas de esa amistad en el marco de la cual Piazzola señaló lo anterior, acompañamos estos dichos:

“Mi afecto y mi admiración por el Gordo nunca descendió; quizá se enojó cuando me fui de su orquesta pero siempre nos quisimos mucho. Yo agarro un bandoneón, toco “La última curda” y siento que me llega al corazón”, dijo “el Gato”.

“Sabés como gatilla –el bandoneón- Piazzola; el Gato gatillando... ¡hay que oírlo! Nadie toca el bandoneón como Piazzola, te lo digo yo que lo he criado” se lo escuchó decir a Troilo.

Muy simplemente..., dos formas de sentir e interpretar el tango que se admiraron mutuamente.