“Buenos Aires está decidida a hacer del tango la soja de la capital de la Argentina”. La cita es de Pablo Sirven en “La Nación”. Y rescata una frase lanzada por el jefe de Gobierno de la ciudad, Mauricio Macri, cuando el gobierno nacional se peleaba con el campo en 2008, con una virulencia tan sorprendente como inconveniente.

Dos años después, la comparación hecha por Macri aparece certera: las divisas no dejan de entrar al país y a la ciudad reconociendo el carácter de meca del tango que tiene Buenos Aires.

El Gobierno de la Ciudad estima que durante el primer semestre de este año, el gasto de los visitantes provenientes del extranjero ascendió a mil millones de dólares y que, sólo por causa del festival internacional de tango que se desarrolla hasta el 31 de agosto, quedarán en la ciudad otros cien millones de dólares. Ojo, debe repetirse, cien millones de dólares.

Soja de la capital de la Argentina o identidad musical de la ciudad, la movida tanguera estira sus cortes y quebradas más allá de las fronteras argentinas al proponer 2.300 academias de baile de tango registradas en el mundo y más de 200 festivales en el planeta que anualmente tienen como motivo el género y lo impulsan decididamente.

El de estos días en Buenos Aires, convoca a alrededor de quinientos artistas y referentes del género para desgranar 150 actividades entre espectáculos, clases de baile, conferencias y milongas.

Lo sucederán otros 33 festivales ya programados para del 31 de diciembre: en París, Roma, Canberra, Berlín y hasta Hong Kong. No es poco.

Declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO el 30 de octubre del año pasado, el tango baile, música, y canto llega a la sensibilidad del mundo y arrima divisas a la Argentina y su capital.

“Desde lo cualitativo el tango expresa la idea de una pasión aún vigente en un mundo desangelado donde la humanidad se está quedando sin humanismo", sostiene el ministro de Cultura y Turismo de la Ciudad, Hernán Lombardi, quien metió el tango como previa del concierto de Daniel Barenboim en el Obelisco, con la presencia de más de 40 mil espectadores, donde actuó la orquesta El Porvenir, integrada por chicos de 11 a 20 años pertenecientes a villas de emergencia de Villa Lugano y Villa Soldati.

El resultado en la repercusión y cifras del Festival Mundial de Tango que organiza la Ciudad desnuda una vez más las reiteradas falencias argentinas para impulsar sus identidades artísticas, las que pueden nombrarse como no estrategias; no interés y resignación o fomento del facilismo que, cabe reiterarlo, se nos cuela por todas partes.