Menos gente en la milonga… Temporada baja del tango-turismo por un lado –habrá que aguantar hasta setiembre- y temporada baja de los bolsillos de casi todos por el otro, se resigna Tomás, el Buenos Aires, muchacho del tablón en la cancha, nacional y popular por crianza y por vida con nada de lujos y pocos consejos.

Pero algunos, en esta cuestión del tango, ni siquiera pueden aguantar unos meses más… y, en cuestiones de milonga, la milonga la cierran. Una por la tarde hace menos de dos meses y otra por la noche ahorita nomás, bajaron la cortina. A bailar a otra parte. 

Cada vez menos partes según pinta, es la conclusión de Tomás, al que el sueldo de la herrería de Barracas le da la medida de lo que cuesta milonguear.

Y no es sólo la milonga. Hay otros que apuestan al tango con lo que se asocian la condena de la incertidumbre crónica. ¿Podré seguir? ¿Hasta cuándo voy a poder aguantar?, es la pregunta que circula metiendo miedo entre ellos.

Creadores, letristas y músicos, recitales, espectáculos, discos –CD che!!!-, libros y revistas, , ropa, zapatos, hotelería, gastronomía, espacios tangueros en los medios de difusión y hasta el programa que Tomás no se pierde ningún sábado desde las cinco de la tarde por Radio Del Pueblo que le habla de su ciudad y de la música de su ciudad, el tango.

Sí…, eso, eso, ahí está. Es la música de la ciudad, es la música de la pertenencia porteña, es la música que más allá de las épocas y los ritmos, ha acariciado, acompañado de una u otra forma, la vida de todos los que vivimos en Buenos Aires, criollos y gringos.

Ahí está sí…, decir tango es decir Buenos Aires y… decir Buenos Aires es decir tango… Acá y en cualquier lugar del mundo… ¿no es cierto? Porque… decir tango…, es decir la vieja y el viejo que los escucharon y, los que todavía están, lo escuchan…, es decir barrio…, es decir la barra…, es decir esa calle que caminaste con tu primer novio, es decir esa cancha a la que conociste llevado de la mano de tu hermano mayor, es decir el Obelisco y la calle Corrientes y la calle Florida… es decir milonga…

Y en el medio de la milonga, hoy otra vez con poca gente, a Tomás se le escapa la puteada: desde que se enteró no se banca que el Gobierno de la Ciudad, el Ministerio de Cultura de la ciudad del tango, haya destinado ochenta mil mangos a subsidiar a los periodistas del espectáculo para la entrega de los “Martín Fierro”. Se le atraganta a Tomás la frase, “subsidiaron a la farándula”, un desfile anual de hipocresías y vanidades que se paga holgadamente con lo que garpa el canal organizador…

Ochenta lucas para subsidiar a la farándula… que no lo necesita. Mientras, en el área de la cultura, del Gobierno de la Ciudad con estos gestos parece que no sienten eso de que… decir tango es decir Buenos Aires y… decir Buenos Aires es decir tango…

Porque un campeonato anual de tango y una declaración internacional de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, los durmió… Y cuando se despertaron se olvidaron de ellos mismos: los que promovieron el subsidio a la farándula, se olvidaron, de que el tango es decir la vieja y el viejo…, es decir barrio…, es decir la barra…, es decir la calle que caminaste con tu primera novia, es decir esa cancha a la que conociste llevado de la mano de tu hermano mayor, es decir el Obelisco y la calle Corrientes y la calle Florida… es decir Buenos Aires…

¡No sirve que los que se dicen tangueros..., te pinchen el fueye Tomás!

 Este "trago de Tomás" se difundió el sábado pasado durante el programa Tomás Buenos Aires, por la AM 830 Radio Del Pueblo.