Poco conocido, sin embargo sus versos hechos tango llegaron a los repertorios de todas las orquestas con registros discográficos. Por eso la riqueza y fuerza artística del tango apoya también en Carlos Bahr.

Es autor por ejemplo de letras como “Desconsuelo”, “Tango y copas”, “Gracias”, “Marcas”, y más con el bandoneonista Héctor Artola. Con Miguel Caló despachó éxitos como "Soledad la de Barracas", “Pecado”, “El mismo dolor”, “Canción inolvidable”; “Cada día te extraño más”, “Corazón no le hagas caso”, “Cuando talla un bandoneón”; “De vuelta”, “Estás conmigo”, “Como una de tantas”; “Sin comprender”, “Siempre” y “Cosas del amor” y “Mañana iré temprano”.

Bahr, es un ejemplo tanguero de lo que dio la época en casi todos los ámbitos sociales, cuando el momento exigía más de lo que daba. Cuando el esfuerzo era la herramienta, el temple la forma de aguante y la paciencia lo acostumbrado.

Y Barh se esforzó y tuvo paciencia y la tuvo que aguantar como muchos. Una fórmula válida y casi infalible para el crecimiento… No esperó a que la dirigencia lo verseara con la promesa de la inclusión social: se preparó y se incluyó solo.

Sólo con sexto grado, su formación fue la del empecinado autodidacta que con la lectura –no había otra forma- en el barrio de La Boca pulió su lenguaje, enriqueció su intelecto y afirmó su vocación creadora.

Escribió al amor y el tango con premisa romántica y chamuyo porteñazo. Y lo hizo en el mismo tiempo de nombres de la estatura poética de Homero Manzi, Homero Expósito, José María Contursi. No llegó a esas alturas, pero Carlos Bahr, aportó riqueza letrística al tango.

Al mismo tiempo, se codeó con los directores y compositores mayores de la época y comulgó con ellos en la jerarquización del género popular en una época de brillo excepcional y empuje de la Argentina.

De La Boca a la calle Corrientes
Carlos Bahr nació en la calle Almirante Brown de La Boca, a un costado de la vieja cancha de Ríver. El menor de los tres hijos de alemán y francesa. El padre, marino ballenero, cuando la guerra mundial de 1914, partió para Europa con su barco para ponerse al servicio de su patria. Fue lo último que se supo de él. Empezaron las penurias económicas para la familia que se mudó a Bernal, donde Carlos concluyó los estudios primarios y se largó a la calle para vivir como pudo. Mientras escribía sin cobrar un mango.

Leyó todo: se formó intelectualmente con un afán que le hizo dominar tres idiomas: alemán, francés e italiano. Esa época de bohemia tuvo sus desbordes: cuando comenzó la guerra civil española, decidió ir a España para luchar por la República. Llegó a Montevideo a embarcarse, pero no pasó la revisación médica y volvió. Al regresar se inclina por el tango. Es antes de los años ´40 cuando es reconocido y su vida comienza a ordenarse.

En Radio Porteña, por sus amigos Luis Rubistein y Fidel Pintos, conoció a la cancionista Lina Ferro, bastante menor que él. Se casaron en 1942 y se fueron a vivir a Medrano y Corrientes; más tarde y definitivamente se mudaron a Pringles y Corrientes y nacieron dos hijos.

A pesar de la frondosa producción letrística de Carlos Bahr los derechos de autor pagados por SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) fueron mínimos en relación a la calidad y cantidad de su obra. Así que, para bancar a su familia, armó y vendió por su cuenta cuadros con mariposas disecadas, distribuyó porcelanas y la pichuleó con otros rebusques hasta su jubilación a la argentina, de pobre.

Con Caló produjeron un modelo del tango-canción “Mañana iré temprano”, música de Enrique Franchini, primer violín de la orquesta de Caló. Sentida, tristona, esta obra llegó al disco el 10 de agosto de 1943, con arreglos de Osmar Maderna para lucimiento de los tres instrumentos básicos de la orquesta de Caló: bandoneón (Armando Pontier), violín (Enrique Franchini) y piano (Osmar Maderna). En la voz Raúl Iriarte. Esa versión de “Mañana iré temprano” es un clásico de nuestra música popular. Existe, además de la versión de Julio Sosa, otra importante grabación de esta composición a cargo de la orquesta de Osvaldo Fresedo, con la voz de Oscar Serpa.

Carlos Bahr, un intelectual de apenas sexto grado. Dejó muy buenas letras de tango, pero además dejó lecciones de vida, bordadas con el esfuerzo, paciencia, temple y aguante. Hoy, sobre todo hoy, ese ejemplo, esas lecciones de vida, refulgen en medio de una sociedad a la que la versean con el sé igual, que nunca es igual, con lo fácil que se nos cuela por todas partes y no nos deja nada y el esperar más de lo que se da. (Fragmentos de esta nota fueron tomados de "Tango y Lunfardo" de Gaspar J. Astarita, gracias).

-Esta nota fue uno de los segmentos del último programa de Tomás Buenos Aires que, en su versión radial, se emite todos los sábados de 17 a 19 por Radio Del Pueblo AM830-