Sólo llegar a su vereda, el "Glorias Argentinas" transporta a la época dorada del tango: mantiene en la fachada las ventanillas -pequeñas y cuadradas con reja de hierro tipo cancha de fútbol- para la venta de entradas, aptas para atender multitudes en veladas con las instalaciones del club colmadas de bailarines cada fin de semana.

Tapizadas de postales tangueras sus paredes recuerdan, entre tantas imágenes, a las del flaco Alberto Morán cantando al micrófono mientras decenas de mujeres se rendían a su pinta tirándole bombachas y corpiños al escenario...

Como se ve el tango y el "Glorias Argentinas" no pueden abrirse de su historia común y hace pocos sábados, retomando la posta de esa historia, el club volvió a su privilegiada tradición de milonga al reabrir el salón de baile los sábados a la noche gracias al empeño de la querida Clely Rugnone como organizadora. Era casi una obligación para este club de Bragado 6875, en pleno barrio de Mataderos, reflotar las noches milongueras haciendo honor a su estirpe. Si hasta las baldosas de su pista son las originales...

Tanta y tan rica esta tradición milonguera que quienes dieron brillo y fama a sus galas hilvanan una cadena de nombres y personajes tan míticos  para la porteñidad como el mismo club. Pasaron por su escenario los más grandes de la historia del tango entre otros, Francisco Canaro, Alberto Castillo, Astor Piazzola, Julio De Caro, Charlo, Carlos Di Sarli, Juan D´Arienzo, Osvaldo Pugliese, Alfredo Gobbi, Hugo del Carril, Aníbal Troilo, Florindo Sassone, José Basso, Ángel D´agostino con Ángel Vargas, Alberto Marino, Argentino Ledesma, Alberto Morán, Miguel Caló, Rodolfo Biagi, Franchini-Pontier, Jorge Caldara, Oscar Alemán, Varela Varelita y Ángel Magaña. Casi nada. 

Luego, con el declive de la música de la ciudad, llegó a Bragado 6875 la movida moderna encabezada por el "Palo" Ortega, Sandro y Los de Fuego, Juan Ramón, el Cuarteto Imperial y Los Wonderfuls. Para todos los gustos y populares los gustos.

Pero es la conexión con el tango la que prevalece en este pedazo de barrio. En el escenario del "Glorias" se filmó un segmento de la película "Tango feroz" y otro para la hermosa "Café de los maestros", el relato realizado por Gustavo Santaolalla.

No todo fue alegría para esta institución, el 4 de abril de 2011 un temporal voló los techos de club y lo dejó en ruinas. Parecía que su historia estaba a poco de quedar ahí si no hubiera mediado el empeño de refundarlo. Con ayuda gubernamental y el trabajo, la perseverancia y la colaboración de socios y la vecindad, se lo rehabilitó el año pasado poniendo al alcance de sus socios tres amplias plantas. En ellas el vóley -dos canchas-, el fútbol infantil, patín artístico y taekwondo tienen su lugar de juego y entrenamientos, que comparten con las clases de tango, milonga y otros ritmos.

Fue fundado el 3 de febrero de 1941 por vecinos inmigrantes de un barrio entonces con calles de tierra transitadas por carros y tropillas de vacas y arrieros con destino a, precisamente, los mataderos de la calle Lisandro de la Torre. El primer nombre que consideraron para el bautismo de la institución fue "Gloriosa Argentina" en agradecimiento de los gringos al país por lo recibido al llegar de Europa. No gustó a muchos esa primera denominación y entonces, con el cambio de un par de letras, brotó el que es su identificador durante setenta y seis años de existencia: "Club Social y Deportivo Glorias Argentinas". Sus colores fueron puestos en el nacimiento: rojo y blanco.

La Legislatura porteña declaró en 2010 al "Glorias Argentinas" sitio "de interés social, cultural y deportivo". También, la Legislatura de la Ciudad declaró a su bar como "Notable y cultural" en 2009. Las paredes del bar confirman esa distinción: están tapadas en blanco y negro por fotos de los máximos del tango. "Pichuco" está en gigantografía y hay un porqué: llegaba con Zita, su mujer, a cenar cada dos viernes engalanando al club cuentan los socios más veteranos.

Otra vez hoy el "Glorias Argentinas" volvió a ser el punto de reunión popular de deportistas y la gente de Mataderos. Y otra vez volvió a reafirmar su alianza con el tango que setenta y seis años de trayectoria y un feroz temporal no pudieron destruir.