La orquesta de Carlos Di Sarli irrumpe en las pistas de la avenida San Juan al 3300. Y las parejas se van conformando en segundos.

Julia, al micrófono, le había abierto la puerta a los tangos con su proverbial ¡A bailar a bailar, que la vida se va…!!!

¡Qué lindo que se vaya la vida bailando! Peleándole a lo que ella, la vida, tiene de triste, de cuesta arriba, de cortes, a veces de soledad.Y bailamos para alegrarnos la vida.

Mientras, Julia no deja de soñar en su Sueño Porteño, o es el Sueño Porteño el que no deja de soñar con Julia. Nunca se sabrá.

Pero la milonga aflora con alegría en la avenida San Juan al 3300, con la impronta que le impone su directora artística. 

Se vestirá de poética y romántica la milonga, cuando una flor llegue para iluminar a las percantas –papusas les dice ella- en la “tanda de la rosa”.

Y luego aflorará dulzona, cuando la “tanda del bombón” sirva para que ellas agasajen a los varonazos –guapos en el lenguaje juliar- y los busquen para bailar con un caramelo. Para bailar, claro, porque la vida se va y es prohibido entonces mezquinar los buenos momentos.

Y afloran, una tanda tras otra, los buenos momentos hasta entrada la madrugada, mientras Julia –la Doynel- va de aquí para allá para estar en todo, soñando su sueño a pleno, con paso rápido y sus volados al vuelo.

Y llega el momento de los “cinco minutos” donde alguien -por lo general un extraño a esa rara fauna de porteños milongueros- entregará su potencial artístico a todos. Los "cinco minutos" de ver y escuchar los propuso la organizadora de movida en su milonga. Y los milongueros miran, escuchan y asimilan esa entrega artística que ofrece el Sueño Porteño. Más allá de exhibiciones por bailarines profesionales, no pasaba algo igual en la milonga.

Y Julia que suelta el ¡Que nada ni nadie impida tu viaje hacia la plenitud! Y derrama sobre todos las ganas de viajar hasta allá, bien arriba. Bien arriba! Y se sigue bailando...

La madrugada se precipita…Y Julia no deja de soñar en su Sueño Porteño, o es el Sueño Porteño el que no deja de soñar con Julia. Nunca se sabrá.