Muchacho del tablón en la cancha, a Tomás le pega que las cosas que se meten en la gente común por vívidas y propias, reciban un cachetazo. Más todavía cuando es gratuito y llega de otra aurora, por ejemplo desde un piso alfombrado con tufo a pituco, lamido y shusheta, que se le da por propinar un cacho de cultura a lo que considera la gilada.

Federico Monjeau, crítico musical del suplemento “Spot” del diario “Clarín”, mandó esta fruta contra, nada menos, la música que identifica al país. Escribió entre otras cosas que al tango que conmovía a Jorge Luis Borges, “Uno”, de Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores, lo salva la música porque la letra le parece a Monjeau “casi horrible en su cruel reiteración” (¿?). Para no dejar dudas de si se le escapó sin querer, el criticador sentenció que “Sur”, de Homero Manzi y Aníbal Troilo, expresa un “romanticismo de edicto municipal”, mientras que a “Nieblas del Riachuelo”, de Enrique Cadícamo y Juan Carlos Cobián, apenas lo rescata la música.

Tomás calcula que, si vivieran los autores de la música de las tres piezas citadas, Mores, Troilo y Cobián, harían cola para reivindicar a los letristas y saltar a la yugular del criticador de zapatitos blancos. Y se saca, cuando los que dicen amar al tango, no se paran de manos y cruzan a semejante cursilería.

Monjeau, de 57 años, que despachó estos fragmentos en su nota del 23 de octubre último "Bob Dylan y el Nobel" estudió en Brasil, es profesor en la UBA y premio “Konex” 2007 en “Música Clásica”. Por ahí es un bocho en crítica musical pero, por lo que escribió, es un insensible al barrio, a la belleza que es más bella cuando nace de las cosas simples y a las emociones humanas. Le dedicamos una belleza simple y que, a los sensibles, emociona: la pieza "Así se baila el tango", con letra de Elizardo Martínez Vilas y música de Elías Randal.

Fotos: Enrique Santos Discépolo en tapa y Enrique Cadícamo en la nota completa.

¡Qué saben los pitucos, lamidos y shushetas!
¡Qué saben lo que es tango, qué saben de compás!
Aquí está la elegancia. ¡Qué pinta! ¡Qué silueta!
¡Qué porte! ¡Qué arrogancia! ¡Qué clase pa'bailar!
Así se corta el césped mientras dibujo el ocho,
para estas filigranas yo soy como un pintor.
Ahora una corrida, una vuelta, una sentada...
¡Así se baila el tango, un tango de mi flor!

Así se baila el tango,
Sintiendo en la cara,
la sangre que sube
a cada compás,
mientras el brazo,
como una serpiente,
se enrosca en el talle
que se va a quebrar.
Así se baila el tango,
mezclando el aliento,
cerrando los ojos
pa' escuchar mejor,
cómo los violines
le cuentan al fueye
por qué desde esa noche
Malena no cantó.