Sigue abierta la campaña propiciada por Tomás Buenos Aires para enseñar a bailar el tango a la presidente, Cristina Fernández de Kirchner.

Es una contribución a la identidad nacional: para que, llegada la ocasión, ella pueda hacer gala de un buen baile de tango aún en el más cortesano de los salones. Y, como se verá a continuación, las ocasiones se presentan en el más formal de los salones: como, por ejemplo, el despacho presidencial de la Casa de Gobierno argentina. Aquí recordamos lo que pasó:

El periódico “Bild am Sonntag” de Alemania informó que durante la reunión en la Casa Rosada de la entonces presidente electa de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, con el ministro alemán de economía, Michael Glos –noviembre de 2007-, la futura gobernante argentina obsequió al visitante un libro con temática de tango. 

Al recibir el presente –refirió el cronista- el ministro alemán preguntó a Cristina si bailaba el tango. Y Cristina respondió “no, porque a mi marido no le gusta bailar” relató la nota periodística.

El alemán le explicó que en su juventud aprendió a bailar el tango en una escuela de baile –reafirmando el alcance mundial del género-, a lo que ella contestó con gala diplomática para salir del aprieto: “con usted bailaría el tango”. 

La anécdota pasó, pero dio pie a que Tomás Buenos Aires proponga iniciar esta campaña destinada a enseñar a bailar el tango a la presidente argentina. El profesor de baile irá donde ella disponga en el horario que quiera.

No sólo que Cristina va a sumergirse en el arte del tango, porque el tango lo es, sino que además se va divertir, a distraer y, de esta manera, va a estar mejor predispuesta para la tarea diaria. Como le pasa a cualquiera de los que ensayan el baile de tango.

De paso, ante cualquier invitación que surja de una reunión formal como la del ministro alemán, la presidenta, en una cúspide de argentinidad, aprieta el botón del reproductor y baila el tango con quien la invite, dentro y fuera de su despacho de la Rosada. Y también lo baila en una recepción internacional donde el anfitrión quiera quedar bien con la representante argentina, haciendo sonar un tango bien malevo en los salones cortesanos. 

Bueno, como se ve, la intención es que Tomás Buenos Aires sea un puente de contribución a las relaciones internacionales. ¡Qué tal? 

Y de paso, sumar a la máxima autoridad del país en las filas de sus bailarines de tango.  

La campaña continua formalmente abierta. Esperamos los correos de nuestros lectores comentando y aportando a esta iniciativa y a los profesores de tango que se anoten dispuestos a enseñar los primeros pasos del baile a la presidente.

Por supuesto, también esperamos la comunicación de Cristina aceptando la invitación.