El baile del tango

Tomás Buenos Aires rescata con frecuencia que el tango es un arte incorrecto para estos tiempos: en una época donde se propone y se premia el facilismo -sin que ningún sociólogo ponga públicamente al tema en un plano de reflexión-,  el 2x4 es, por esencia, un género difícil.

Es lo que puede esperarse de una expresión integrada por componentes que no pueden improvisarse ni industrializar en un sampler o máquina de hacer música: no se puede crear o interpretar buen tango si no se sabe música; no se puede componer tango si se ignoran las reglas de la métrica, el rimado y la acentuación propias del género y no se puede bailar el tango sin haber pasado por la academia o, en el mejor de los casos, sin haber pasado por la enseñanza de los mayores o abrazado a los mayores que saben bailar tango.

Coincidió con esto Graciela González, una maestra de baile pionera en la enseñanza del la danza que, en los ´80, con el resurgir de la movida tanguera fundamentalmente a partir del baile, comenzó a transmitir sus conocimientos a los principiantes.

"Cuando yo aprendí nos decían abrazáme, cerrá la boca, cerrá los ojos y seguime” contó Graciela a la revista “N”, entrevistada por Ramiro Gigliotti, con lo que resumió la directiva primera, principal y llana de los, entonces, pocos maestros de tango baile.

Hoy, opinó Graciela González, no sólo bailarina sino además docente, la enseñanza reúne la modernización de los métodos de aprendizaje, Internet y las cámaras de video que desnudan impiadosamente y en tiempo casi real los vicios de cada uno de los alumnos: nuevos y avanzados. Aunque no descarta el ´abrazame, cerrá los ojos y seguime´.

Estos tiempos
Si se conviene en que el género ciudadano resurgió hace cerca de treinta años a partir del baile que descubrieron los jóvenes como un arte a desentrañar,  se explica la llegada a las milongas de nuevos maestros de tango, de la misma edad que los principiantes de entonces, que renovaron la enseñanza de la danza.

Graciela fue uno de esos maestros y recordó: "los que integramos la generación que empezó a bailar en los 80 - que hoy tenemos entre 40 y 55 años- transformamos el modo de transmitir. Veníamos de la docencia, de la universidad o de otras formas de enseñar la danza...

“Lo que había antes era la copia de la forma: el maestro te mostraba una figura y vos tenías que copiarla. Los maestros milongueros ponían el foco en las piernas y en la forma y pasaban horas tratando de -enseñar a- caminar con elegancia, la buena postura y las secuencias de pasos y figuras. Los alumnos prolongaban las sensaciones que experimentaban, probando alternativas y encontrando los sustentos técnicos para ordenar un saber que hasta aquel momento era intuitivo y asistemático” explicó la profe.

Y siguió: “nosotros incorporamos el funcionamiento y la sensación corporal. Facilitamos los procesos a los nuevos alumnos que fueron más rápidos y los movimientos se volvieron más fáciles. En definitiva, se acortaron los tiempos: en un año nuestros alumnos hacían lo que a nosotros nos había llevado cinco”.

Al tiempo que los nuevos métodos comenzaron a circular acompañando la movida tanguera, aparecieron dos actores inesperados: la cámara de video e Internet, recordó González. “La videograbación dejó de ser el privilegio de pocos y la posibilidad de capturar imágenes, estudiarlas, rebobinarlas y volver a verlas amplió enormemente los horizontes y las posibilidades de trabajo. La irrupción de Internet permitió la propagación de la información y el intercambio (y la piratería)”, sostuvo.

Señaló Graciela que “coincidieron tres factores: las nuevas herramientas pedagógicas, las modernas tecnologías de difusión, (videos, Internet, dvd, etcétera) y el renovado interés por el tango. Creo que tanto las nuevas herramientas como la tecnología fueron determinantes para que el boom haya tenido la envergadura que tuvo."

Agregó que “el tango es hoy una manifestación cultural que trasciende largamente las fronteras argentinas y milongueros de todo el mundo llegan a Buenos Aires a tomar clases y disfrutar de las milongas, mientras bailarines y maestros viajan constantemente al exterior para divulgar el arte tanguero”.

"Yo fui a enseñar a Europa por primera vez en el ´95–dice González- y en aquel momento, en el exterior como acá, había que estructurar a la gente porque había muy poca información. En este momento a la gente que recibo en mis clases tengo que sacarles información que tienen de más y mandarlos a algo más simple. Cuando yo aprendí nos decían "abrazáme, cerrá la boca, cerrá los ojos y seguime"; a eso estoy tratando de volver, a lograr que el cuerpo responda lo más naturalmente posible".

Dicho en otras palabras, el tango un arte incorrecto: desconoce el facilismo que nos cuelan por todos lados y ni la tecnología más nueva podrá reemplazar la emoción y la sabiduría que es necesario adquirir para interpretarlo.

Foto: Graciela González y pareja de baile (revista "Ñ"