Con más de treinta milongas, desde las gratuitas al borde del Sena, hasta las que cobran entre tres y diez euros, París pretende pisarle al poncho a Buenos Aires para erigirse como “nueva ciudad del tango”.
De esto han hablado los medios europeos durante el pasado fin de semana y, sugerentemente, el tema fue recogido por varios diarios bajo el llano título de “París intenta robarle el título de ciudad del tango a Buenos Aires”.
Sostienen los parisinos fanas del típico baile argentino, que la "Ciudad Luz" concentra más de una treintena de salones de baile del 2x4, lo que se extiende a puntos estratégicos callejeros donde también se puede bailar al compás rezongón de los bandoneones.
Mientras en las orillas del Sena, por ejemplo, bailar es a la gorra, una entrada a las milongas en Francia cuesta entre tres euros –dieciséis pesos aproximadamente- hasta diez -es decir unos cincuenta y pico de mangos-. Ojo!!! No es mucha la diferencia con lo que paga el milonguero en la Argentina, donde la entrada más barata es de quince pesos, la más generalizada de veinte y hay salones donde, antes de empezar, ya te desentusiasman de bailar al pedir casi treinta pesos.
Pregunta: ¿reunimos en Buenos Aires más de treinta milongas vigentes a casi el mismo precio de entrada como en París. Como para poner la barba en remojo, tangueros argentinos.
Más allá del Sena, y otros puntos de la ciudad cuya cita diaria está subordinada a la meteorología, "El Patio", "Tango Mundo", "Esprit Tango" o "La Casa del Tango", son los principales espacios donde se practica la danza en París.
Envalentonado con este potencial en crecimiento, el director de la academia "La Boca", Andrea Misse, recuerda que desde los años 1920 París se abrió ampliamente al tango con una decisión y entusiasmo que la llevó a convertirse ya en esos años en la principal receptora de la música ciudadana argentina de Europa. “Aquí es una de las principales capitales en las que se ha comprendido "el sentimiento" y "la pasión" por el tango, argumenta Misse.
Anne, francesa de 27 años, concurre lunes, miércoles y viernes a dejarse llevar por la melodía nacida en el arrabal de Buenos Aires y, por otro lado, Manuel, argentino, de 56, con más de tres años de baile, hace lo mismo: “bailar el tango es recordar mi tierra y mi gente" enfatiza.
Entre otras posibilidades el tango en París ya demanda registro y modalidades tecnológicas. La web tango-argentin.fr informa sobre los puntos de encuentro, horas y precios de clases y milongas. Como en Buenos Aires.
Los fines de semana la oferta se duplica y los expertos se mezclan con los aspirantes para bailar, compartir y, en el trasfondo, desarrollar una actividad social con potencial para hacer amigos. Como en Buenos Aires.
Más allá de la movida parisina actual, Misse advierte que "no hay un tiempo específico para bailar aceptablemente el tango, donde básicamente se depende de la dedicación y el tiempo” que se dedique al arte. "Entrar en ritmo, escuchar la música y lograr armonía en la pareja de baile", son los retos más importantes de quienes pretenden bailar bien el tango, asegura el maestro de baile.
Como muchos saben, la milonga es el género derivado más bailado en París ya que los principiantes pueden ingresar al mundo tanguero con un ritmo pegadizo y más simple para danzar.
Afortunadamente, a pesar del destacable entusiasmo francés que los argentinos debemos agradecer, la gran mayoría de los maestros de tango opinan que la forma parisina de bailar "no es la misma" que en Buenos Aires y la definen en “evolución hacia una técnica más europea y libre".
Los bailarines parecen coincidir: alumnos de la milonga "La Casa del Tango" apuntan en el mismo sentido: "bailar en Buenos Aires no tiene nada que ver con hacerlo en París, allí es mucho más artístico y exhibicionista", declaró uno de ellos.
Y así es, a pesar del telón que propone la imponente Torre Eiffel, de la poesía que asocia el correr del Sena entre las calles de París y del empuje que derrama un país avanzado a una cultura que adopta, la meca del tango sigue siendo Buenos Aires holgadamente. También lo sostienen cada uno de los franceses y francesas tangueras que visitan el país para, centralmente, ver, oír y bailar el tango.
Nada mejor para sintetizar la comunión de ideas entre argentinos y franceses tangueros, que lo afirmado por la bailarina francesa Silvie -lamentablemente aparece sin apellido en las notas de los diarios europeos-: "el tango siempre tendrá la misma intención, la de hacer poesía a través del cuerpo" tanto en Buenos Aires como en París.