Esto es lo que dicen y dijeron sobre el futuro de la música de la ciudad quienes son algunos de los protagonistas del tango hoy.
Rodolfo Mederos: “hoy los públicos son totalmente adiestrados al consumo indiscriminado de sonidos fabricados en oficinas de "marketing", donde nada tiene historia, todo suena igual. Una globalización del gusto, la estética, la sensibilidad y las decisiones” advirtió. Añadió que “ya no se decide qué oír, se acepta lo que el poder obliga a consumir. Nuestros gustos ya no son los nuestros, sino los que debemos aceptar. El tango se "macdonalizó" definió sin vaselinas.
Horacio Ferrer: “va a evolucionar hacia una cosa más loca, más despelotada, menos prolija, más despeinado todo. En el arrabal de hoy está la cumbia villera, que es verdadera, pero no me parece que vaya a hacer historia. No tiene el refinamiento de esos arrabaleros maravillosos que inventaron al tango”.
Ernesto Pierro: no sólo no va a morir el tango, sino que tiene un nivel de calidad asegurado para los próximos cincuenta años aunque quedaría como una música “clásica”, para especialistas.
Lisandro Adróver: no creo que el tango desaparezca, pero se convertirá en un género musical de élite para aquellos que exijan un poco más de sensibilidad y entendimiento.
Síntesis de las opiniones de estos creadores que conocen el mundo del tango, que no hablan sólo por lo que pescan en Buenos Aires, que conocen y protagonizan al tango en todo el mundo: el género tiene asegurada su sobrevivencia en base a la calidad, valores, riqueza y sensibilidad de lo que propone. Calculan que podrá sí evolucionar a convertirse en música para los que puedan apreciar esa calidad, esos valores, esa riqueza musical, temática y de baile, y esa sensibilidad partida del sentimiento.
Tomás, el Buenos Aires, como muchacho del tablón en la cancha, nacional y popular, se muerde al vislumbrar que en su futuro está orientado hacia las élites. ¿Alguien es capaz de descartar este futuro posible?
Aunque hay un factor que pesa demasiado en éste y otros temas culturales: en un país en el que se adoctrina a la gente en el esperar y no dar, en el que se achata a la gente eximiéndola de la exigencia, en el que se anestesia a la gente poniéndola en el brete de lo que es fácil, que es lo que no deja nada, te lleva a pronosticar las miserias, en este caso las culturales.
Si a esto se agrega que las nuevas generaciones del tango –incluso las de este palo, el de la difusión- trabajan en la más dura orfandad por falta de medios, por falta de ámbitos, por carencias empresariales volcadas a la música de afuera, por la frialdad institucional a nivel ciudad y a nivel de la Nación, todo redondea un mañana de tango para las élites… ¿Quién lo hubiera pensado?
Sin embargo, Tomás, como jodido que es para resignarse después de lo que le ha tocado vivir, no le apaga la vela a otra posibilidad: que por tercera vez en su historia el tango vuelva a los primeros planos musicales como rebote de lo que pasa con el género en Europa. Un par de acontecimientos –más seguramente en la pata tanguera de la danza- que lo tengan como protagonista allá, junto a una nueva explosión como la que provocó la “Balada para un loco” tienen el poderío de seducir a la juventud y rescatarla hacia los emblemas de su lugar en el mundo. Tomás te invita a no apagar de esa esperanza.