“Si yo hubiera tenido que vivir todo lo que he escrito sería un tipo de 5 mil años; con esto quiero decir que se escribe sobre todo con imaginación. Yo nunca sé lo que va a pasar en los temas que escribo” explicó en una charla periodística que tuvo días antes de morir.
Ironizó: “me llaman y dicen “hola, ¿qué quiere decir ‘más blanda que el agua’? –de “Naranjo en flor”-, quiero hacer ese tango y saber lo que estoy diciendo” me comentan. Les explico: “puedo hablarte muy en serio sobre el agua, te podría decir que existen aguas duras, hay medio duras y medio blandas, y después aguas blandas. Es una clasificación física o química del agua. Pero el agua blanda no tiene nada que ver. Cuando el poeta dice: ‘¡Qué tristeza de olor de jazmín!’, ¿me querés decir dónde mierda está la tristeza en el olor de los jazmines? Está diciendo una cosa bonita, no una cosa concreta”.
Virgilio reconoció que “mis mujeres han sido grandes apoyos, cada una a su debido tiempo. Hasta ahora tuve cuatro mujeres. La primera fue la madre de mis hijos, suficiente. La segunda era más crítica, la tercera más crítica y esta cuarta es una hincha pelotas...”
En los últimos cuatro años de su vida estuvo marginado del ambiente tanguero. Se cree que por una entrevista en la presentación de su álbum "Cancionística" -1993- donde dudó de la sexualidad de Gardel: dijo que Carlos era un genio musical, pero que nunca se le habían conocido novias o mujeresy que estaba solo. No se lo perdonaron.
Aunque no se había encasillado en el tango: tuvo orquesta típica desde los 16 hasta los 17 años, de jazz desde los 18 hasta los 22 y a los 23 fue director de la Orquesta de Radio Splendid. En los ’60 se fue 8 años a Brasil, donde trabajó para la RCA Víctor y grabó dirigiendo una orquesta con Neil Sedaka y Paul Anka cantando en español. De vuelta aquí en los ’70 creó dos sellos: Azur y Pincén.
Conversó musicalmente con los rockeros argentinos principales: primero con Litto Nebbia, después con Charly García y Andrés Calamaro. Tuvo de alumnos a Juan Carlos Baglietto y a Max Masri, uno de los creadores del tango electrónico. Sembró el camino del rock autóctono: en los ’50 fue productor discográfico de Billy Cafaro y viajó a Estados Unidos en un barco donde tocó con una orquesta de jazz.
Sobre el tango baile el compositor se quejó antes de morir: “mientras existan esos profesores de baile, el tango no va a caminar. Porque ésta es la verdad: ¿a qué maestro de baile fueron las sirvientas? ¿Los obreros? El pueblo todo que salía a bailar. El día que los argentinos no vayan a ningún maestro y digan: “yo salgo, me dijeron que son dos pasitos así y dos pasitos para allá y bailaré con esos dos pasitos como pueda”. Así bailo con mi mujer, así baila tu mamá con tu papá y así bailaban los tipos que bailaban antes. El pueblo, ¿cómo carajo va a salir a bailar con esos profesores de baile?
Nació el 3 de mayo de 1924 en Campana y se sentó en el piano a los 4 años, se formó en música clásica y estudió con el violinista alemán Juan Elhert, que formó una generación de músicos que integraron su orquesta y se largaron a Buenos Aires: Armando Pontier y los campanenses Héctor “Chupita” Stamponi y Cristóbal Herreros. Cursó el secundario en el Liceo Militar de Escobar, donde enseñaba música ¡Alberto Ginastera!
“Naranjo en flor"
El compositor cuenta la historia de este tango antológico: primero “la grabó la orquesta de Aníbal Troilo y la ensayaron -extrañamente- 23 días seguidos de lunes a domingos una hora y media, porque era difícil. Yo no sabía componer de otra manera, no lo sabía hacer más fácil. Hoy lo hubiera hecho más fácil. Empezó –Troilo- ¡con la parte del medio!, era lo único que teníamos, nos faltaba letra. Yo escribía la música y mi hermano Homero iba poniendo letra. La verdad no sabíamos qué más poner y yo le decía: “y ahora ¿qué carajo vas a hacer?”. Me contestó “ahora voy a dar explicaciones: ‘era más blanda que el agua, que el agua blanda, / era más fresca que el río, / naranjo en flor / Y en esa calle de estío, calle perdida, / dejó un pedazo de vida / y se marchó’”... Yo seguía con la música: “¿Y ahora?”. “Ahora hacé algo fácil. Al tipo ya lo mataste cantando, hacé algo fácil; no importa lo que digas ahí, si ya todo está dicho en la primera parte” remató Virgilio.
Después llegó “Vete de mí”. Comentó que “debe haber sido la obra número 150, porque todos los días componíamos una o dos canciones. Le pusimos bolero porque teníamos quién nos iba a grabar -Gregorio Barrios- le dije a Homero: “ponéle que es bolero y chau”. En ese momento se va a Cuba otro cantante de boleros que cantaba igual que Barrios, lo imitaba: Daniel Riolobos. “Vete de mí” fue un despelote. Se enloquecieron”. En una carta, Riolobos me dice: ‘en una sola noche tuve que cantarlo cinco veces porque la gente quería que yo cantara ese bolero y nada más´.
Litto Nebbia le propuso registrar para su sello Melopea las composiciones de la dupla que con su hermano Homero. Grabó Cancionística y Melódica en una emotiva muestra de riqueza artística. Se presentó en la explanada de la Biblioteca Nacional como invitado de Nebbia, tocó con él y “Fats” Fernández y fue ovacionado por una multitud. “Yo me llevo bien con Litto porque él es de Rosario y yo de Zárate y no tenemos nada que ver con los porteños. Podemos hablar dos días seguidos de música y sabemos perfectamente de lo que estamos hablando. Porque de otra cosa no me gusta hablar, yo no soy de Boca, ni de Rácing, ni de nada. Yo soy músico”.
Esta última frase suya marca el mejor final de esta nota. Virgilio Expósito, un talento sarpado de los que hoy Buenos Aires y el tango necesitan, por su creatividad y porque hoy mismo tendría vigencia porteña abriendole caminos a la música de la ciudad.