Horacio Adolfo Salgán, uno de los maestros mayores de la historia del tango, será homenajeado merecidamente el próximo sábado desde las 20,30 en el Teatro Colón, con la participación de grandes personalidades del género.
Entre otros actuarán, en ensamble, sus bandoneonistas históricos Julio Pane, Juan José Mosalini, Néstor Marconi, Ernesto Baffa y la orquesta que dirigió -ahora a cargo de su hijo, César-. La formación será ampliada para el homenaje con los solistas del Quinteto Real: Carlos Corrales (bandoneón), Julio Peressini (violín), Esteban Falabella (guitarra), y Juan Pablo Navarro (contrabajo) y completarán la fila de bandoneones Lautaro Greco, Nicolás Enrich y Nicolás Perrone; los violinistas que se sumarán son Humberto Ridolfi, Lucas Furno y César Rago; la viola de Elizabeth Ridolfi, el cello de Paula Pomenariec y el clarón de Martín Pantyrer, se informó.
"Este homenaje forma parte de las articulaciones estratégicas que proyectamos entre la lírica y la música popular", adelantó un tanto rebuscadamente Hernán Lombardi, ministro de Cultura porteño. Adelantó que esta puesta es un preludio de "la apertura" del Colón "hacia otras actividades tangueras", las que nop precisó.
El concierto, con entradas a un costo entre los 10 y 60 pesos, se emitirá en directo por la radio “La 2x4”, FM 92.7 del dial.
Horacio Salgán, nacido el 15 de junio de 1916, es pianista, compositor y arreglador de obras consagradas como "A fuego lento" y "Grillito" y recibió, entre otros, el premio del Consejo Nacional de la Música, de manos de la presidenta Cristina Kirchner, en 2009. El galardón, que desde entonces lleva el nombre del pianista, fue entregado en 2010 a Leopoldo Federico y en 2011 a Susana Rinaldi.
Salgán nació en el Abasto y, como tantos otros brillantes maestros que hicieron grande al tango, ganó sus primeros pesos de pantalones cortos poniéndole música a las películas mudas en los cines, mientras era organista de la de la iglesia San Antonio, en Villa Devoto.
Adolescente todavía tocó en el cafetín “El gato negro”, de Corrientes y Leandro Alem y, tras participar en algunas orquestas, accede a los 18 años a la entonces popularísima radio Belgrano. Más tarde pasó por Excelsior, Prieto, Stentor, hasta que integró su primera orquesta en 1944.
“La idea de formarla está integrada de alguna manera a la composición porque empecé a componer para hacer tangos como a mí me gustaba y, para hacerlo, la única forma era teniendo mi propio conjunto. Hay gente que le gusta ser director de orquesta, pero a mí me interesó mi vocación pianística, sin ninguna intención de crear nada”, puntualizó Salgán.
Con ella se presenta en “El Germinal”, “El Nacional”, “El Marzotto”, “Tango Bar”, el “Novelty”, aunque sin llegar al disco. Había un motivo: una vez el director artístico de radio El Mundo le dijo a Salgán que la orquesta era rara y el cantor imposible. Lo raro era que Salgán era un músico para músicos y la voz de Rivero sonaba desacostumbrada a los oídos de la gente.
Salgán percibió antes que otros que el esplendor del tango se apagaba y dejó de un plumazo la dirección de orquestas propias, tras lo que ingresó en los años de apremio económico donde el trabajo se reducía a las confiterías elegantes hasta que con Ubaldo De Lío, arman el Quinteto Real con el que impactarían en Japón con una inercia que duró diez años.
Sus temas más nombrados son “Del 1 al 5 (Días de pago)” (1944), “Don Agustín Bardi” (1947), “Entre tango y tango” (1953), “La llamó silbando”, “Cortada de San Ignacio” (milonga), “A fuego lento”, su título de mayor repercusión popular. Los valses: “A una mujer” y “En tu corazón”, “Motivo de vals”, que nació de una contramelodía que realizó durante un arreglo a “Llorarás, llorarás”, de Hugo Gutiérrez. Cuando lo escuchó Carlos Bahr, dijo: “ahí hay un motivo de vals” y le puso letra.
Su personalidad parca, muy sobria y poco amiga de la exaltación que lo caracterizó durante sus 95 años, se contrapone a la forma de composición y ejecución potente y vanguardista del tango.