Vamos a recorrer el Buenos Aires de los bailes de tango por todos lados, El guía: José Santoro, un milonguero viejo y además maitre de casi todos los salones bailables polenta de la época: Bamboche, Savoy Hotel, Calais, Tourbillón, Cánning, Social Rivadavia, Almagro.
Fue bailarín desde el 55 a los 70; recorrió los lugares de tango, entonces estas salas de exigente saco y corbata, y escuchó y conoció a los astros de las grandes orquestas en la época dorada del género. -Eran monstruos, pero te hablaban como si fueras uno más-.
Nunca faltó al trabajo, el viejo lo tuvo cortito y se le incorporó la disciplina del ante todo el laburo, la joda después. Aprendí los códigos de la noche, fueron mi guía, no los abandoné nunca, respeté y fui respetado. Ojo con los códigos de la noche, si pisás en falso no te levantás más.
Fue mozo en La Salada, dos temporadas. Se piantaban sin pagar. Aprendió. La vida le arrimó el amor, el desengaño, lo bueno y lo malo.Noviazgos: siempre quise ser caballo pero tirar el carro no-
A los quince años se asomó por primera vez a los carnavales de San Lorenzo, cuenta: se bailaba bajo los tablones del Viejo Gasómetro de madera. Berretines de pibe, a los 18 conoció el Luna Park, donde se bailaba los domingos a la tarde. El peso de la leyenda de Corrientes y Bouchard.
Con algo más de edad inició su vida de tangos, de yirar en las noches, en la confitería Dominó, Esmeralda y Lavalle: José Basso, Floreal Ruiz y Alfredo Belusi. Después Mi Club, un sótano como los anteriores: Di Sarli, Oscar Serpa y Mario Pomar.
Llegó al Sans Souci, lleno de bailarines: De Ángelis, con Carlos Dante, Oscar Larroca. A comer Bachín o Pepito. Confitería Jockey Club, Cerrito y Lavalle 1°Montecarlo, Corrientes al 1200 1° baile con grabaciones. Siglo 20 de Corrientes y Paraná: Federico con Julio Sosa.
Barcito de Uruguay y Corrientes, donde llegaban Juan D´Arienzo y sus músicos que te saludaban como si fueras uno de ellos. Al otro día vuelta a Corrientes otro sótano el Picadilly. El portero te decía cuándo podías entrar.
Lleguó al Salón La Argentina, Rodríguez Peña y Corrientes: Pugliese, Jorge Maciel y Miguel Montero. Ahí se pagaba entrada. Por Sarmiento, estaba el Agusteo, Tanturi con Ángel Vargas.
Pero quería conocer todo: del trocén a Retiro Chamamé x 2 y el Palacio del Baile; Basavilbaso, el Mercado de las flores de tres pisos, se bailaban todos los ritmos. A Plaza Italia, Palermo Palace, debí partir. -No me aceptaron. Después a La Enramada, tampoco me convenció. Malabia y las Heras, el Circo Romano. Si te dormías perdías, me fui-.
-Me borré de esos lugares y fui a dar al Sportivo Buenos Aires, Gaona a metros de Parral, se llenaba de hermosas mujeres, la mayoría con las mamis. Pero poca pinta, baile regular, me fui. De ahí al Oeste, Alberdi 450 y José María Moreno. Llegué a pellizcar. No estaba preparado.No debí haberme ido.
Seguí por Flor de Ceibo, Rosario y Ambrosetti, en el fondo chamamé. Eran pesados y se chupaba, me fui. A Nazca y Rivadavia, Monumental de Flores, todo fácil, unos días de novio y lograbas lo que querías. La recorrida alcanzó Plaza Once, Bartolomé Mitre y Pueyrredón Aducci, con un poco de chamuyo ganabas; la Marcone por Pueyrredón 30, lo disfruté varios meses. Más tarde caí en El Achalay, MarceloT. de Alvear y Esmeralda, los lunes no tenía contra.
En Corrientes y Esmeralda, la Richmond, tenía miedo de entrar, era un lujo. El Marabú, tocaba Pichuco, yo asomaba la cabeza, y seguía de largo para caer en alguna milonga.
M estiré a Valentín Alsina, Estrella de Oriente, familiar se bailaba los sábados. De ahí, unas cuadras Sportivo Alsina, chicas lindas con sus madres. Me asomé Tourbillón, Nazca y Rivadavia, el dueño me ofreció ser socio, Empecé a ver las cosas desde adentro. Cuatro años y nos fuimos. A Galería Le Boulevard, salón Retratos, en el 72. Matábamos los martes y siempre mucha gente.
Viernes y domingo de mozo en el hotel Savoy. A Villa Malcom con los Di Capua. En el 82 avenida de Mayo 1286, doce años. Fui maitre en el Social Rivadavia, conocí a Beba Bidart, Goyeneche, El Chúcaro, Darienzo con Bustos, a Marrone, a Rubén Juárez, a Alberto Castillo, a Enzo Valentino, cantor y bailarín M.M. Serra Lima. A Osvaldo Pugliese. Muy cordiales, con Abel córdoba. En el 92 le entregué una torta a Pugliese en su cumple, lo tengo en fotos.
Los jueves de Bamboche, 7300, trece años los mismos cantores de antes. Un lugar entraban mil quinientas personas. 1993, me fui.
Me presentaron a Juan Fabbri, que abría una milonga en el club Almagro, Medrano 522 viernes, sábado y domingo a sala llena. 1993-2000. Junto a Michelángelo, los últimos lugares donde la gente bailaba bien. Iban o lo conocieron Omar García, los Zotto, Dolores de Amo, Madonna, Ben Molar, Robert Duvall, el Puma Rodríguez,
El saldo: -hoy personas que yo conocí en treinta años y me saludan cada vez que me ven en alguna milonga- comenta. Y termina con dos sentencias: milonguero se nace, no se hace. El tango es mi papá y tu papá, es eterno vos y yo no. Hay que quererlo.
Foto: José Santoro -centro- junto a "la Negra" María Marta Pacinotti y Tomás Buenos Aires