Muy corta la vida de este sarpado de bohemio que vivió tan descuidadamente como la vida lo trató. ¿Se arrepintió?, leelo:
"¡Cha digo! cuando me acuerdo que tuve catorce abriles
justo cuando a la garufa de la vida me largué,
me entran ganas de matarme como hacen los tipos giles
pero después fumo un pucho batiendo:
¡Qué va cha ché!"
Linyera, junto Carlos de la Púa -el Malevo Muñoz-, también de una sola obra: "La crencha engrasada", y Julián Centeya, fueron los más importantes poetas lunfardos. Claro que en la vida jugaron distinto. Linyera vivió hambreado, nunca un mango en el bolsillo y se mantuvo anarquista hasta su locura final. Centeya, sobrellevó la bohemia a los banquinazos y De La Púa, buscó fortuna que consiguió.
Linyera, que se llamó Francisco Bautista Rímoli, en su "Autobiografía rasposa" precisó que era hijo de calabrés, que nació en Buenos Aires el 10 de agosto de 1903 en un conventillo grande de la calle Independencia 1543. De pibe trabajó de "cantinero" en un bodegón de Solís y Garay y ahí conoció la noche. A los catorce años ya andaba sólo por la vida. Estudió telegrafía y practicó en la comisaría 18ª de la calle San Juan hasta recibirse, lo destinaron a la sucursal N° 5 del Correo, en el barrio de Caballito.Como le gustaba escribir el dolor y las injusticias que le propinaba la calle se conchabó de periodista en el matutino La Argentina, que sin suerte trataba de competir con La Prensa y La Nación, tenía 16 años. Luego fue a El Telégrafo y La Montaña, mítico periódico fundado por Leopoldo Lugones y José Ingenieros.
Ya había perdido su verdadero nombre. Tuvo más fuerza su ocurrencia apropiada a su modo de vida: "Dante A. Linyera", donde la letra A, no es inicial de un segundo nombre, sino que aludió a Dante Alighieri. También a esa edad, ya había conocido a quien admiró más y llamó “maestro”, el poeta Álvaro Yunque, Arístides Gandolfi Herrero.
Eduardo Moreno, otro poeta que lo conoció de cerca dijo de Linyera "Lo conocí viviendo en un bulín donde apenas entraba. Había sólo una cama y el lugar que la rodeaba estaba lleno de libros por todas partes. Para entrar y salir pasaba por arriba de la cama... Yo iba, llamaba, pero no podía entrar porque faltaba espacio. Llegaba siempre curda, le daba a los libros y a las ocho de la mañana estaba totalmente dormido". Hasta que un día Linyera se fue con Alejandro Korn. Le propuso hacer la revista "La Canción Moderna" y Korn, tipo vivo, aceptó. “La canción moderna”, fue después nada menos que Radiolandia, Linyera la dirigió de 1928 a 1933.
"Encontró a una mujer cursi, estaba con cierta poesía y en cosas raras, lo embalurdó de tal forma -justo a él que no le daba "boliya" a nadie- que creyó que ella lo quería. Se casaron. Fueron a vivir a la calle Entre Ríos 337. Duraron un mes, un día ella se fue con un circo, mire si era rara esa Susy Paz. Cuando volvió no la recibió más. Pero la quería. Ella murió en 1981. La locura de Linyera fue causa de su mala vida, con una sífilis nunca curada y tuberculosis. Murió mal. En un pabellón, solo.
Cuando apareció su libro "Semos hermanos", dijo a los amigos: «¡Perdón, no lo voy a hacer más!». Fue su única obra editada. La dedicatoria dice: «A mi perro, porque no lo tengo». En “Semos hermanos” (versos arrabaleros), publicado en 1928, donde reúne a laburantes, prostitutas, anarquistas y hampones en un mensaje de protesta.
Algunas frases de Dante A. Linyera:
"El laburo, ese viejo cafiolo de la existencia"; "Tenés dos posibilidades: ser feliz de prepo o conocer la realidad"; "No soy cristiano ni soy judío, ni creo más que en el dolor humano"; "La verdad siempre resulta menos valiosa que las buenas coartadas"; "Para vivir sin esgunfio basta con ser mediocre complaciente".
Entre otros tangos surgieron de su pluma las letras del ya citado Boedo, Loca bohemia, El pibe Ernesto, Si volviera Jesús, Florida de Arrabal, Todo el año es carnaval.
Antes de perder la razón escribió:
“En el bulín rasposo me pasaré las horas
rascándome esta yeta que me sigue. No quiero
saber nada. ¡Nada! ¡Pucha digo, si vieras
como estoy de cansao, como estoy de fulero!”
Después, se perdió en lo sórdidos rincones de la locura y solo un amigo lo acompañó hasta el descanso final el 15 de julio de 1938: Centeya. De Linyera, dijo Julián Centeya en la “La Musa Mistonga”.
Cantor de la mistonga vida rea,
frate leal que tuvo mano franca,
embagayao de sueños llevó en anca
la huesuda miseria.
A nadie le guardó una fulería,
pa todos tuvo un cacho de ternura.
Fué su novia mejor la mishiadura,
la huesuda miseria.
Proletario del verso, en la cinchada
puso su corazón limpio y descalzo.
Junto a tu nombre, Dante, sé que alzo
la huesuda miseria.
Era del San Cristóbal de los Greco
-yotivenco, palmera, dura yeca.
Iba a entender después que le hizo la peca
la huesuda miseria.
No tuvo más estrella que aquel pucho,
no haber tenido nada fué su todo.
Yo bien lo sé que lo atracó de un modo
la huesuda miseria.
Hermano en Carrieguito y en Florencio,
en Charles de Soussens... Mono Taborda...
entiendo que al morir zarpó de borda
la huesuda miseria.
Linyera vivió siempre pobre y se mantuvo fiel a su ideología anarquista. Como dijo su amigo: su locura fue causa de su mala vida, de una sífilis nunca curada, además, tuberculoso. Murió mal. En un pabellón, solo.