El tango enseña a abrazar en Israel. “Abrazar una nueva cultura no se queda sólo en la palabra” según Silvia Rajschmir, profesora de baile de tango en su país, quien cuenta que “una cosa importante que me dicen –sus alumnos en Tel Aviv- es que les enseñé a abrazar".
"Me impactó el tema del contacto entre argentinos -sigue Silvia-, algo tan natural, es natural en argentinos, no en todo el mundo. Ahora –los israelíes- se abrazan, se saludan, es lindo ver ese cambio” redondeó.
Milongas que congregan hasta doscientas personas, según el potencial del organizador, y un arco de aprendices de bailarines cuya edad viene bajando a medida que el género llega a más gente es el panorama que muestra el tango en Israel, señala por su parte la Agencia Judía de Noticias (Jewish News Agency).
“El tango no es simplemente una forma de vida o una disciplina en Israel. Sirve como puente cultural, une diferentes corrientes migratorias que no tendrían nada en común de no ser por el tango”, enfatiza el despacho periodístico datado en Tel Aviv hace unas semanas.
“Un ejemplo de esta característica -generada por el tango- es que la población rusa israelí, de gran tamaño, no aprendió hebreo porque no necesitaba conectarse con personas fuera de su comunidad: excepto los jóvenes en la universidad o el ejército, los mayores no aprendían el idioma” explica el texto periodístico que luego comenta: “a partir del tango empezaron a aprender hebreo para poder comunicarse con sus compañeros de clase lo que después se traslada a la sociedad en general”.
Continúa la información señalando que “por el año 2000, en Israel la gente no conocía el tango, baile declarado ´Patrimonio Cultural de la Humanidad´por la UNESCO, hasta que la música y su baile la atrapó con la mística de exotismo que identifica al tango”.
Intrigados por esta característica única, “los israelíes fueron llegando a las clases a través del “boca a boca” y, a mediados 2001, ya se abrió la primera milonga en Jerusalem que cumplió ocho años de existencia.
Hoy en Israel la comunidad de tango permite que su milonga más grande, en la capital, Tel Aviv, reúna doscientas personas cada mes.
Respecto al rango de edades Silvia, directora de escuelas de tango en Israel, señaló: “al principio daba clases a grupos de entre 40 y 60-70 años, pero en los últimos años empezaron a llegar los chicos jóvenes, de 20 a 25 años. En Jerusalem, por ejemplo, la edad bajó muchísimo, tengo un grupo de estudiantes de la universidad y en Tel Aviv estudian jóvenes soldados” explicó la hebrea tanguera.
“Abrazar una nueva cultura no se queda sólo en la palabra” según Silvia que cuenta que “otra cosa importante que me dicen es que les enseñé a abrazar. Me impactó que el tema del contacto entre argentinos, algo tan natural, es natural en argentinos, no en todo el mundo. Ahora se abrazan, se saludan, es lindo ver ese cambio” en Israel.
Los nativos de este país están muy ligados a la Argentina, más allá de la inmigración que los integró a las sociedades de uno y otro país, son grandes consumidores de telenovelas argentinas y necesitan por sus conexiones aprender el idioma español.
Para los alumnos de tango, el sueño más grande es llegar a Buenos Aires para bailarlo. En 2005, Silvia viajó con dos alumnos a Argentina y "los llevé a las milongas; a tomar clases, compraron zapatos, ropa, y estaban enloquecidos, no se querían volver, pero vuelven llorando, tomando mate con alfajores Havanna” comentó, sorprendiendo la profesora de tango.
La escuela “Lo de Silvia”, funciona en Jerusalem y Tel Aviv y de su mano, llegaron a Israel maestros de baile argentinos, como Graciela González, Nito y Elba, Elina Roldan y Ramiro Gigliotti, Milena Plebs y Fernando Galera. No es poco.