Tomás, llegó el jueves a “Aló Lola”. Lo sentaron en una mesa pegada a la pista, buen lugar. Se puso los zapatos de tango y, como corresponde, en seguida se dedicó a darle una relojeada al salón…
En ese vistazo, no le pasó desapercibido que, sentada en una de las mesas del otro lado de la pista, bien en diagonal, entre muchas mujeres, un par de ojos femeninos lo encañonaban. Tomás, concluyó la recorrida visual y llamó a una de las lindas mozas que atienden en el salón Obelisco, mientras esperaba que la tanda que sonaba expirara.
Otra vez, los ojos de esa mujer que insistían en la posición de encañonarlo. Y no hacía nada para disimularlo. Tomás la pensó: -… estoy viendo bien o… estoy medio agrandadito… Primero voy a sacar a otra… a ver cómo viene la mano- decidió.
Hecho, empieza la nueva tanda, de Alfredo Gobbi tocando Rácing Club que hace saltar de la silla a los milongueros, y saca a una de las minas que ya conoce... ¡Dale…! Al ratito nomás se cruzaron en la pista: la mujer de los ojos-cañón aprovechaba cada giro que marcaba su bailarín para mandarle un flechazo con sus ojos.
Claro, Tomás, joven para el promedio de la milonga, pintón, morochón, todo el pelo, bien vestido, tiernito todavía pero bailarín –se le puede enseñar- y ella… no alta precisamente, un rostro que no es de adolescente…, algunos kilos de más y… algunos añitos de más… producían el efecto.
Al fin de cuentas halagado, aunque también intrigado, Tomás, después del paso de algunas tandas donde ella no dejó de mirarlo… la sacó…
Ya en la pista, Tomás, que todavía no puede disimular que le falta como bailarín de tango, y ella, que no puede disimular que tiene muchos años de milonguera… La conversación viene normal, hasta que la mujer empieza a consultar sobre el estado de Tomás, estado de vida ¿no? … Casado-divorciado-separado-no sabe no contesta-… era lo que ella quería saber. La tanda termina y la mujer se apresura a lanzarle al oído: “sacame otra vez”. El ego de Tomás escaló allá arriba… aunque ella no sea precisamente alta, aunque no tenga precisamente la mejor figura y… aunque tenga precisamente unos cuantos años más que él…
El ego… y algunas otras cosas que mueven a los hombres… a Tomás lo movió casi al finalizar la milonga, a sacarla otra vez a bailar.
En esa segunda tanda bailada ella fue sabiamente a los bifes: -sabés… estás bailando casi bien…, te falta poquito… hay que enseñarte… -
Tomás… se hacía el gil más gil… y la dejaba hablar sin negar ni afirmar nada… Habían pasado tres de los cuatro tangos de la tanda…, en tres minutos… dejaban de bailar… Entonces Violeta, que así se llamaba ella, no esperó: -¿sabés Tomás? Yo tengo una yunta… me va muy bien con eso, necesito alguien que la maneje…
¿Qué es una yunta? Le preguntó enseguida y ahora más intrigado que nunca Tomás a la mujer. Y ella le respondió así: una yunta… un portacoronas y el coche fúnebre… me va bien con eso sabés… y necesito… justamente ahora… alguien que la maneje… Como todos dicen… trabajo en esto no va a faltar…-
Pocas veces, el último tango de la tanda se le hizo tan largo a Tomás… Educado como es, le agradeció el baile a la dueña de la yunta y muy rápidamente se cambió los zapatos de tango para dejar la milonga por esa noche…
Este "Trago de Tomás" fue el difundido durante la última emisión radial de "Tomás Buenos Aires" que, como todos los sábados desde las 17, sale por la frecuencia AM 830 de Radio Del Pueblo.