"Ególatra por convicción, aprendió a bailar el tango con soltura y domina una cantidad de figuras y formas de baile que lo colocan en un lugar de privilegio dentro de la danza", sostuvo sobre los milongueros con cartel Carlos Alberto Estévez, "Petróleo", uno de los grandes bailarines de tango en la milonga y además contemporáneo de quienes hoy seguimos sus pasos.
Agregó don Carlos que este personaje de la milonga "se cree el dueño absoluto de los movimientos y los luce con tren de superioridad convencido que es el rey que no debe tolerar alguna observación. Indiferente a la opinión de los demás, sale a bailar seguro de que ostenta los galardones del mejor. Aún teniéndose por superior, se empeña en aprender y superarse" redondeó Petróleo sobre sus colegas.
"Si logra un buen movimiento, no lo luce en todos los bailes, lo reserva para las grandes ocasiones; jamás lo va a enseñar, tiene miedo que se lo copien y lo guarda como una carta de triunfo, para jugarla en los momentos propicios y en los mejores escenarios" explicó.
Añadió, conocedor, que el bailarín de fama "en la milonga, si puede, propicia un clima de competición estableciendo un duelo silencioso con los ocasionales “rivales”, esmerándose en sus figuras, florituras y adornos, como la mejor forma de bailar según su entender. Siempre danzará los temas clásicos, los rítmicamente bailables" puntualizó Petróleo.
Cerró sus aseveraciones comentando que esta raza de milongueros "se muestra; muy pocas veces baila para él mismo y su orgullo lo obliga a la exactitud de movimientos que lo mantienen en el nivel superior, en los primeros planos, poniendo todas sus fuerzas y su empeño para mejorar y superarse. Será siempre milonguero, después de haber sido bailarín" remató quien fue precisamente uno de los mejores bailarines que transitaron las pistas porteñas de baile de tango.
Carlos Alberto Estévez nació en 1912 y empezó a bailar en 1928. Bancario, su barrio fue Villa Devoto. En 1988 dejó la milonga por una afección en sus rodillas. Murió en 1995.
Sincero, no lo ruborizó rescatar que “me pusieron Petróleo porque tomaba mucho vino. Era un borracho. Desde hace tiempo tomo gaseosas, pero es peor, oxida.
Siempre me gustó el tango sencillo. Al baile del tango lo cambié yo. Inventé el giro, el contrafrente, cambiar de postura, los voleos, el giro enroscado y el sobrepaso.
Además, yo desprendí el sexo de la danza. Antes el hombre iba a buscar una pierna no una bailarina. En los salones estaba prohibido bailar con corte, si lo hacíamos alguien se acercaba y nos decía: "pase por boletería" y nos echaban. Nos llamaban compadritos.
Hubo épocas que los bailarines organizábamos bailes para los presos cuando salían libres. En realidad los que bailaban el tango eran todos chorros o aspirantes a serlo. Si uno había estado un año preso poníamos diez o veinte pesos cada uno hasta juntar unos quinientos y se lo dábamos para que empezara a caminar. Cuando a esas fiestas comenzó a asomarse la policía no las hicimos más".