"A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y como el aire."
Jorge Luis Borges en Fundación Mítica de Buenos Aires

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El fraseo musical del tango

Sentimiento      2023-01-31 21:09:36


¿Qué hace a una música bailable?

Baile de tango      2022-05-10 22:56:13


Del escriba

Sentimiento

Nació en la calle Moreno entre Virrey Cevallos y Solís, el 25 de mayo de 1900, en familia de músicos. Fue tenido como niño prodigio por el dominio del piano que tuvo a los seis años. A los diez, ya tocaba en las casas de familias paquetas. Con catorce años fue el pianista de Saturnino Álzaga Unzué, por decir algo nomás, y no fue la única casa ricachona que frecuentó.

Largó los estudios por el tango y agarró el berretín de la soltería, principio que cultivó junto a su amigo-hermano Enrique Cadícamo. Hasta el día en que, con más de cincuenta años, el autor de “Pompas de jabón” y “Los mareados” se casó. Dicen que D´Agostino no se lo perdonó nunca.

A pesar de sus estudios musicales clásicos, el tango comenzó a entrarle a D´Agostino de la mano de Manuel Aróztegui y Alfredo Bevilacqua, que entre otros visitaban su casa. En 1915 conoció a Roberto Firpo que vivía al lado de la casa de un amigo y a los dieciocho años tocaba en el Jockey Club; un año después en el teatro Esmeralda (hoy el Maipo). Con veinte pirulos formó la primera orquesta no puramente tanguera. En 1921, trabajando en el Royal Pigalle y el Ópera, lo contrataron para París. Se quiso quedar acá.

D´agostino tenía estas cosas. Cuenta la historia que a veces se estira hasta la leyenda, que perdió su orquesta por dos pesos. Parece que los músicos le pidieron un aumento de dos pesos, para las grabaciones. No sé si por cada día de grabación o por cada una de ellas. Se negó. La orquesta se perdió y tuvo que rearmarla.

Primera formación
Ángel D´Agostino formó su primera orquesta de tango en 1934 en la que reunió entre otros a Aníbal Troilo, el violinista Hugo Baralis(h) y el cantor Alberto Echagüe. A Ángel Vargas se lo presentó un tal Vázquez, marido de Paulina Singerman y empresario. Vargas era tornero de frigorífico y el binomio se presentó en el Cine Florida con Libertad Lamarque y Casimiro Aín. Ni se imaginaban el suceso que protagonizarían hasta 1946 cuando se separaron.

 El 12 de noviembre de 1934 editaron para la Víctor “No aflojés” y “Muchacho”. No hizo falta más. Los “ángeles del tango” dijeron acá estamos para la antología del tango: noventa y tres registros grabaron D’Agostino y Vargas. Tesoros del género como “Tres esquinas”, “Ahora no me conocés”, “A pan y agua”, “Viejo coche”, “Ninguna”, “Trasnochando”, “Agua florida”, “Pero yo sé”, “Barrio de tango”, Adiós arrabal” y “Café Domínguez”, con las glosas inigualables de Julián Centeya. Temas como “Tres esquinas”, “Lo llamaban Eduardo Arolas”, “Pobre piba”, fueron composiciones de D’Agostino, a las que se deberían agregar “Pasión milonguera”, “El cocherito” y “Dice un refrán”.

En 1936, llegan a El Chantecler, el cabaret de mayor categoría en Buenos Aires, hasta 1940. Por si fuera poco lo contrata Pablo Valle para Radio El Mundo, lo más de la época. En 1943, lo premian como mejor director de orquesta en la audición Ronda de Ases. El premio fue 1.750 pesos. Un montón de guita para la época.

Con el mismo D´Agostino que se preocupaba por mantener un bajo perfil y en un tiempo en el que se encimaron los más grandes del género su orquesta no alcanzó la repercusión de la de Troilo, D´Arienzo, Di Sarli, Pugliese y De Ángelis. Increíble: en esa orquesta formaban Gabriel Clausi, José Basso, Atilio Stamponi, Jorge Caldara, Ismael Spitalnik y Ernesto Baffa.

Su orquesta entonaba más básica, con menos florituras en la interpretación aunque ceñida a la premisa de D´Agostino-director, cuidado reverencial por la línea melódica y ritmo con acentuación adecuado a las necesidades del baile. El último cantor de la orquesta será el actual Raúl Lavié, quien grabó con el maestro en 1962. Ese mismo año D’Agostino se retiró del espectáculo.

Siempre soltero por convencimiento, nunca dejó la noche ni de asistir a las reuniones de póker furioso en la trasnoche del Club Progreso. Siguió en esa hasta que murió el 16 de enero de 1991. Los coleccionistas se pelearon por su reloj despertador exclusivo que le regaló Evita. “Me fui alejando para estar solo y tranquilo. Si bien la música me dio grandes satisfacciones, hay cosas, como que a uno lo reconozcan, que no me gustan”, firmado Ángel D´Agostino.

-Con fragmentos tomados de Tango, un siglo de historia: 1880-1980”, página 204. Y Manuel Adet-

 

 

 

¡Mirá que es grandote! Y a pesar de eso pasa casi desapercibido. Tan anónimo, y tan humilde es que, a pesar de su tamaño, en la historia de las orquestas de tango hasta llegaron a ubicarlo detrás del piano... y se lo bancó.

Nada menos es el instrumento fundamental para dar la base rítmica en el tango: el contrabajo. Por lo que es toda una ingratitud desconocer la importancia de “el ropero”, como se dice en el ambiente, del contrabajo cada vez que se entona un tango.

Es que toda la orquesta se asienta sobre el sonido del contrabajo, se sostiene en él que marca el ritmo. Su sonido –al que a veces se suma la mano izquierda del piano- le marca al resto de los instrumentos cuándo van a atacar en solo o en simultáneo con los demás de la orquesta.En síntesis el ritmo de la orquesta descansa en esa figura gorda de madera y sonido de voz de borracho.

Dice Rodolfo Mederos: “tocar tango sin contrabajo, es como caminar descalzo, así de importante es”. Astor Piazzola se sinceró sobre el tema: “yo, si Kicho -Díaz- no está, no puedo andar”, el “Gato” aludía así a Kicho Díaz uno de los cinco contrabajistas más importantes de la historia del tango que lo acompañó mucho tiempo.

El contrabajo clásico, porque están los electrónicos, es de madera de Pernambuco y crines de caballo y es el más grande del segmento de instrumentos de cuerda. Tiene cuatro cuerdas que de aguda grave afinan el Mi, La, Re y Sol. Su clave en el pentagrama es la de Sol, la apropiada para la escritura musical de los registros más bajos. Pueden hacerse vibrar sus cuerdas con el arco o con las yemas de los dedos, es decir los pizzicato.

Roberto Canaro y Leopoldo Thompson son los pioneros del contrabajo en el tango. Por necesidad y no por convencimiento. La creación de la orquesta típica de la mano de Roberto Firpo y Francisco Canaro con la inclusión del piano, dejaron sin trabajo a los guitarristas

Y la historia del instrumento en el tango lo ubica precisamente a Thompson como el creador de los golpes sobre las cuerdas del contrabajo: es lo que se conoce como golpes canyengues. Bien marcados, bien potentes.

"La yumba" de Pugliese puede ser el último ejemplo de la participación del contrabajo marcando golpes canyengues, marcando a pleno el tiempo fuerte del compás, el primero. Lo hacía Aniceto Rossi con el maestro que compuso esa obra. Después, ya con Piazzola, esa acentuación musical pierde su protagonismo, al derivar a la marca en los otros compases de acuerdo a la melodía compleja del repertorio piazzoliano.

Kicho
Enrique Díaz, para todos los tangueros Kicho, nació el 21 de enero de 1918 y siguiendo los consejos de su hermano José “Pepe" Díaz, largó la guitarra para abrazar al ropero. Tocó después de Anselmo Aieta con Troilo: trescientas grabaciones.

 En 1954 Pichuco y Astor Piazzolla lo distinguieron al componer para que se luciera el tango “Contrabajeando”. Años después, junto a Ástor, éste le dedica su tango “Kicho”. Tocó con Lucio Demare y en los sesenta reunió a solitas en distintas formaciones, la más conocida, Estrellas de Buenos Aires, cuarteto que integró junto a Armando Cupo (piano), Hugo Baralis (violín), Jorge Caldara (bandoneón) y las voces de Marga Fontana y Héctor Ortiz. Casi nada.

Fue luego a la orquesta de Mariano Mores e integró el Quinteto Real con el que viajó a Japón. En los ochenta estuvo con el Sexteto Mayor y de recorrida mundial con Tango Argentino ideado y dirigido por Héctor Orezzoli y Claudio Segovia. Kicho murió aquí, el 5 de octubre de 1992.

Pero la antítesis, lo contrario de Kicho, la otra historia con contrabajos de tango es la que protagonizó Rodolfo Duclós, cuando formaba en la orquesta de Juan D´Arienzo. Duclós era un modesto, un casi improvisado ejecutante y la orquesta de D´Arienzo iba a más.

Entonces los gerentes artísticos de los locales donde actuaba la orquesta entraron a pedirle a D´Arienzo que reemplazara al contrabajista. El maestro se negaba: “está desde el principio con nosotros” lo disculpaba.

Al final, debió ceder y lo fue a hablar a Duclós, un hombre que venía con antecedentes... de gayola. Duclós le respondió: “así que cuando no ganábamos un mango yo servía y ahora que ganamos buena guita no sirvo más?”. Tras lo que sacó el cuchillo de la cintura y apuntando a D´Arienzo le dijo: “no me voy”. La historia terminó con una orquesta en la que tocaban dos contrabajos - hay fotos-, hasta que seguramente por algún arreglo económico, Duclós se fue.

 

Poco conocido, sin embargo sus versos hechos tango llegaron a los repertorios de todas las orquestas con registros discográficos. Por eso la riqueza y fuerza artística del tango apoya también en Carlos Bahr.

Es autor por ejemplo de letras como “Desconsuelo”, “Tango y copas”, “Gracias”, “Marcas”, y más con el bandoneonista Héctor Artola. Con Miguel Caló despachó éxitos como "Soledad la de Barracas", “Pecado”, “El mismo dolor”, “Canción inolvidable”; “Cada día te extraño más”, “Corazón no le hagas caso”, “Cuando talla un bandoneón”; “De vuelta”, “Estás conmigo”, “Como una de tantas”; “Sin comprender”, “Siempre” y “Cosas del amor” y “Mañana iré temprano”.

Bahr, es un ejemplo tanguero de lo que dio la época en casi todos los ámbitos sociales, cuando el momento exigía más de lo que daba. Cuando el esfuerzo era la herramienta, el temple la forma de aguante y la paciencia lo acostumbrado.

Y Barh se esforzó y tuvo paciencia y la tuvo que aguantar como muchos. Una fórmula válida y casi infalible para el crecimiento… No esperó a que la dirigencia lo verseara con la promesa de la inclusión social: se preparó y se incluyó solo.

Sólo con sexto grado, su formación fue la del empecinado autodidacta que con la lectura –no había otra forma- en el barrio de La Boca pulió su lenguaje, enriqueció su intelecto y afirmó su vocación creadora.

Escribió al amor y el tango con premisa romántica y chamuyo porteñazo. Y lo hizo en el mismo tiempo de nombres de la estatura poética de Homero Manzi, Homero Expósito, José María Contursi. No llegó a esas alturas, pero Carlos Bahr, aportó riqueza letrística al tango.

Al mismo tiempo, se codeó con los directores y compositores mayores de la época y comulgó con ellos en la jerarquización del género popular en una época de brillo excepcional y empuje de la Argentina.

De La Boca a la calle Corrientes
Carlos Bahr nació en la calle Almirante Brown de La Boca, a un costado de la vieja cancha de Ríver. El menor de los tres hijos de alemán y francesa. El padre, marino ballenero, cuando la guerra mundial de 1914, partió para Europa con su barco para ponerse al servicio de su patria. Fue lo último que se supo de él. Empezaron las penurias económicas para la familia que se mudó a Bernal, donde Carlos concluyó los estudios primarios y se largó a la calle para vivir como pudo. Mientras escribía sin cobrar un mango.

Leyó todo: se formó intelectualmente con un afán que le hizo dominar tres idiomas: alemán, francés e italiano. Esa época de bohemia tuvo sus desbordes: cuando comenzó la guerra civil española, decidió ir a España para luchar por la República. Llegó a Montevideo a embarcarse, pero no pasó la revisación médica y volvió. Al regresar se inclina por el tango. Es antes de los años ´40 cuando es reconocido y su vida comienza a ordenarse.

En Radio Porteña, por sus amigos Luis Rubistein y Fidel Pintos, conoció a la cancionista Lina Ferro, bastante menor que él. Se casaron en 1942 y se fueron a vivir a Medrano y Corrientes; más tarde y definitivamente se mudaron a Pringles y Corrientes y nacieron dos hijos.

A pesar de la frondosa producción letrística de Carlos Bahr los derechos de autor pagados por SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) fueron mínimos en relación a la calidad y cantidad de su obra. Así que, para bancar a su familia, armó y vendió por su cuenta cuadros con mariposas disecadas, distribuyó porcelanas y la pichuleó con otros rebusques hasta su jubilación a la argentina, de pobre.

Con Caló produjeron un modelo del tango-canción “Mañana iré temprano”, música de Enrique Franchini, primer violín de la orquesta de Caló. Sentida, tristona, esta obra llegó al disco el 10 de agosto de 1943, con arreglos de Osmar Maderna para lucimiento de los tres instrumentos básicos de la orquesta de Caló: bandoneón (Armando Pontier), violín (Enrique Franchini) y piano (Osmar Maderna). En la voz Raúl Iriarte. Esa versión de “Mañana iré temprano” es un clásico de nuestra música popular. Existe, además de la versión de Julio Sosa, otra importante grabación de esta composición a cargo de la orquesta de Osvaldo Fresedo, con la voz de Oscar Serpa.

Carlos Bahr, un intelectual de apenas sexto grado. Dejó muy buenas letras de tango, pero además dejó lecciones de vida, bordadas con el esfuerzo, paciencia, temple y aguante. Hoy, sobre todo hoy, ese ejemplo, esas lecciones de vida, refulgen en medio de una sociedad a la que la versean con el sé igual, que nunca es igual, con lo fácil que se nos cuela por todas partes y no nos deja nada y el esperar más de lo que se da. (Fragmentos de esta nota fueron tomados de "Tango y Lunfardo" de Gaspar J. Astarita, gracias).

-Esta nota fue uno de los segmentos del último programa de Tomás Buenos Aires que, en su versión radial, se emite todos los sábados de 17 a 19 por Radio Del Pueblo AM830-

A la “mugre” del tango, hay que definirla como los recursos de técnica musical que no aparecen en las partituras pero que son ineludibles para dar el toque de esencia al género. Es un rebusque interpretativo que los músicos se transfieren pulsando sus instrumentos, porque resulta muy difícil de explicar.

“Es un yeite –diverso- que da un sabor particular, apunta Hernán Paglia, contrabajista y compositor integrante de distintas formaciones tangueras: “es lo que da el color local, el condimento. Es como tener potrero, algo relacionado con la desprolijidad y el temperamento”.

En el jazz hay un concepto similar el “Swing”, y en el soul y funk, el “Groove”. Los músicos argentinos de tango, lo llaman “Mugre”.

Hay que ser músico de tango para comprenderla. “La mugre” no se aprende en los libros ni métodos escritos; hay que “ensuciarse” con el género, aprenderlo de los que saben.

Para "ensuciar”, hay un efecto sin el cual el tango no sería tango. El arrastre: una carga y estiramiento de sonido inarmónico no consonante, que se anticipa al tiempo fuerte que sí, es armónico y consonante.

Un ejemplo claro lo dan el contrabajo o la guitarra, donde la mano del mástil desliza desde un lugar indefinido, más que una nota un ruido, para mutar trasladándose hacia la nota o acorde sobre el tiempo fuerte.

El sonido al iniciar el arrastre es feo, empastado, mal sonante, sucio y se va convirtiendo en sonido armónico creando así un suspenso o tensión anterior al acorde. Esto te deja con ganas, con ese suspenso que pide, llegar a ese acorde y que es el carácter más particular y esencial en el sonido del tango.

Los rubatos, palabra que literalmente habla de tiempo robado, refieren a retrasos y adelantamientos de lo melódico en relación al ritmo – en voces, Roberto Goyeneche es el máximo exponente de esto-.  Para captar mejor esta figura, escuchá con detenimiento un mismo tango varias veces cantado por un cantor, hasta que su canto te quede grabado. Después hacé lo mismo con el mismo tango con otro cantor: hay palabras que uno alarga o retrasa y el otro elige distintas.

Otros efectos que meten mugre: acentuaciones, formas de ataque y efectos como “la chicharra”, ”la guitarrita”, “el efecto canyengue”, ”el látigo, “el tambor” y otras.

Hay que ser músico de tango para atraparlos y para aprenderlos y no alcanza con estudiar; no se aprende de los libros ni métodos escritos; hay que verlo, escucharlo y tocarlo con otros músicos, “ensuciarse” con el género, aprenderlo de los que saben.

Estas técnicas son totalmente de aquí, criollas y paridas por porteños. Hay quienes confunden la mugre con “tocar mal”, y hay quienes dicen tocar mugre al tocar una mala sonoridad o estridencia.

No confundir, tocar con mugre es tocar con el gusto del tango, buscar la esencia del tango. No es tocar mal: "mugre" no es suciedad.

Lorena González –uruguaya que vive en Buenos Aires- y Sebastián Acosta -de Tucumán-, ganaron el lunes el campeonato de baile de tango en la categoría pista, mientras que un día después en la especialidad Tango Escenario, se consagraron Manuela Rossi y Juan Malizia Gatti, ambos porteños.

Con la finalización de los campeonatos de danza en los que participaron 574 parejas, se cerró el Festival y Mundial de Tango, al que concurrieron más de seiscientos mil entusiastas según cifras del Ministerio de Cultura de la CABA, organizador de la máxima cita anual del tango del mundo.

Las finales de danza se desarrollaron en el mítico escenario del Luna Park con animación de Fernando Bravo y los ganadores obtuvieron un premio de 40 mil pesos, mientras quienes alcanzaron hasta el quinto lugar en las competencias también recibieron distinciones.

Los ganadores de la final de la categoría Tango de Pista, Lorena González y  Sebastián Acosta fueron ponderados por los jurados en los rubros técnica, elegancia, musicalidad –ritmo- y creatividad, durante la gala del lunes que contó con la actuación de la espléndida Sandra Mihanovich, con un homenaje a la gran cantante y compositora argentina Eladia Blázquez.

Segundos fueron Alexandra Yepes y Edwin Espinosa, de Bogotá, Colombia; terceros Alejandra Sánchez y John Alexandert Moncada Rojas, de Cali, Colombia. Cuarta resultó la pareja formada por Jenny Gil y Frank Obregón, de Buenos Aires. En quinto término, la pareja de Carla Espinoza y Dmitry Vasin, también de nuestra ciudad.

Además, el binomio de Olga Albacete y Francisco Aló recibió una distinción especial por mayor puntaje como bailarines mayores de 60 años y luego bailaron el tango “Late un corazón”.

Cuarenta parejas llegaron a la instancia final del campeonato de Tango Pista: 28 de la Argentina, 5 de Colombia, 2 de Rusia, 1 de Japón, 1 de Singapur, 1 de China, 1 deCorea del Sur y una de Italia.

Escenario
Por su parte Manuela Rossi y Juan Malizia Gatti, ambos porteños, conquistaron el campeonato mundial de la categoría Tango Escenario, lo que además del premio en pesos y de manos de Gloria y Eduardo, recibieron el que entrega la Min On Concert Association, un contrato para bailar en gira de dos meses por Japón.

En realidad la categoría Tango Escenario es hoy tomada como un trampolín de lanzamiento de bailarines argentinos para su instalación en el mercado asiático, donde la afición a la danza porteña sigue creciendo geométricamente.

En segundo lugar se ubicaron Agustina Vignau y Hugo Mastrolorenzo, de los Polvorines, terceros la pareja conformada por Shirley Xu, de China, y Jesús Taborda, de Argentina, que participaron representando a Buenos Aires. Cuartos los hermanos Nicolás y Germán Filipelli, que representaron a Lanús y quintos Rocío García Liendo y Juan Pablo Bulich, argentinos y porteños.

Esta competencia enfrentó a 19 parejas de Argentina, Rusia, Colombia y una de Grecia, que desplegaron su virtuosismo técnico, creatividad coreográfica y fantasía interpretativa.

Noticias

      2017-08-01 18:45:33  

    De www.diariopopular.com  -  Caminito que el tiempo ha borrado/ que juntos un día nos viste pasar...”. Uno lee la letra, tararea la música y piensa en ese rincón de La Boca, pero... Juan de Dios Filiberto (1885-1964), cuyo nombre real era Oscar Juan de Dios Filiberti fue un extraordinario guitarrista, armonista, pianista, compositor y director que vivió en La Boca. Lle puso música al tango Caminito, escrito por el riojano Gabino Coria Peñaloza. Filiberto además le puso música a Quejas de bandoneón, El pañuelito, Malevaje, Clavel del aire y otros clásicos. Además creó la Orquesta Nacional de Música Argentina que hoy lleva su nombre.

    Walter Piazza, Secretario del Consejo Directivo de la Academia Nacional del Tango, académico y cofundador de esa entidad junto con Horacio Ferrer en 1990, le contó a Porteño del Sur detalles de Caminito y de la vida de Juan de Dios Filiberto: “Lo que yo sé tras haber investigado es que todo conduce a dos historias diferentes, la del porteño Juan de Dios Filiberto y la del riojano Gabino Coria Peñaloza. Esos versos remiten, si uno escucha la letra y la analiza, a un caminito que corresponde a un paisaje que nada tiene que ver con La Boca”.

    “Coria Peñaloza era un poeta riojano bien alejado de Buenos Aires, no era Homero Manzi, que si bien había nacido en Santiago del Estero, a los 6 años ya estaba viviendo y estudiando en Buenos Aires. Entonces Manzi sí percibía desde pibe lo que era la ciudad entonces le cantó con sus versos más sentidos, sobre todo al sur... Boedo, Pompeya. Pero Coria Peñaloza escribió pensando en un posible recorrido que hacía para visitar a algún amor adolescente o juvenil de sus pagos”, agregó.

    Piazza concluyó: “Eso, puesto en la música de un porteño como era Juan de Dios Filiberto y explotado por ese sector del camino que va del Riachuelo a las vías del ferrocarril en la Boca, dio lugar a que durante muchos años se considerara al Caminito de La Boca como al de la letra de la canción. Ese es el Caminito de Filiberto, pero nada tiene que ver con la letra. La genial lírica y música de Filiberto la pone a disposición de ese lugar del que nunca se fue. Porque él nació, vivió y murió en La Boca. Jamás se fue para el centro de la ciudad como muchos otros. Siempre ahí rodeado de la mística, de Quinquela Martín y de otros amigos. Entonces son dos Caminitos diferentes: uno, el musical, el turístico y que explota el barrio; el otro, la verdadera historia del que caminaba el poeta. ‘Con juncos en flor’, dice. ¿Qué junco en flor hay en La Boca? Ninguno. Empedrado y vías del ferrocarril”.


      2017-06-08 22:03:26  

    Desde Marsella, Francia, distinguieron a Julio Dupláa, un histórico argentino de la danza del tango y la milonga, al calificarlo de "persona emblemática de la Ciudad de Buenos Aires". La Asociación Les Trottoirs de Marseille así lo consideró en una nota fechada el 1° de junio último a esta ciudad, firmada por Michel Raous, presidente de la asociación y Marcelo y Giorgia Guardiola, maestros de tango de Les Trottoirs de Marseille.

    Dice textualmente la nota:
    "Desde Francia hacemos voz para expresar nuestra gratitud y transmitir nuestra admiración por el Maestro Julio Dupláa quién desde su nacimiento respira tango.

    Nacido en el porteño barrio de Villa Urquiza declarado «Capital del Tango bailado» impulsado por el mismo Dupláa y cuna de tantos magnificos bailarines y milongueros, don Julio supo conocer el tango en el antiguo y prestigioso Club Sin Rumbo. Desde niño miró y escuchó las orquestas, de adolescente bailó su música y de hombre organizó milongas; toda una vida dedicada a nuestro tango y a nuestra ciudad ya que en la actualidad toda Buenos Aires respira su presencia, refleja su personalidad y vive su dedicación organizando eventos, cuidando el trabajo de los bailarines y dando clases que trasmiten sabiduria y vivencias.

    Por esto y muchas cosas más  el Maestro Julio Dupláa es una persona emblemática de la Ciudad de Buenos Aires. Nuestros más sinceros saludos".

    Tomás, el Buenos Aires, felicita a través de esta página a Julito Dupláa, amigo y, como dicen los franceses, un emblemático del tango bailado. Aunque él se cite cada vez que puede de "apenas un milonguero".

    Foto (Gentileza revista "La Milonga"): Julio Dupláa (derecha) en trámite de alguna tropelía con Tomás, el Buenos Aires.

     

     


      2016-11-24 20:18:14  

     "Trago amargo alcanzó el éxito el día de su estreno en 1925 con la letra de Julio Navarrine (1889-1966) y la música de Rafael Iriarte (1890-1961). ¡Esplendorosa época del tango-canción! “Lealmente, ´Trago amargo´ no era un tango de excepción, sino simplemente un tango exitoso. Su letra es de un tinte melodramático campero, de fácil sentimentalismo. La mejor virtud de su música era no alardear de ninguna: dejar que la opinión del oyente reafirmara su origen: ‘el tango de un guitarrero’. También queda dicho que era ´un sencillo y bien sonante tango´, según el sin par Francisco García Jiménez en su insoslayable libro ´Así nacieron los tangos´, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980.

    Si reflexionamos acerca de los versos de Navarrine, quien junto a su hermano Alfredo fue un admirable propulsor de los primerísimos cuadros folclóricos teatrales –y autores ambos de sendos tangos muy celebrados por el público–, habrá que resaltar cómo se habían condicionado al tema musical merced a una especial puja de frases imperativas: “¡Arrímese al fogón, viejita, aquí a mi lado!/ ¡Ensille un cimarrón, para que dure largo! ¡Atráquele esa astilla, que el fuego se ha apagado!/ ¡Revuelva aquellas brasas y cebe bien amargo! ¡Alcance esa guitarra de cuerdas empolvadas,/ que tantas veces ella besó su diapasón!”.

    El tango tuvo su estreno en el porteñísimo teatro ‘Maipo’ durante una de las temporadas de ‘revistas’, a mitad de los años veinte del pasado siglo. ¡Quién vería a aquel gaucho melodramático, dirigiéndole toda la ristra de mandatos a la madre, reservándose para él, por toda faena, el empinarse el codo con la botella de caña! Y la pobre vieja –de acá para allá, como maleta de loco– sin saber si arrimarse al fogón, si ensillar el cimarrón, si atracarle la astilla al fuego y revolver las brasas, si alcanzarle la guitarra o arrancarle primero la cinta, si secarse las lágrimas, si volver a cebar al “amargo” o bien si –ya exhausta–, después de buscar un crespón para la guitarra, inclinarse, al fin, ante la Virgen…"

    En fin, sintetiza ahora Tomás, el Buenos Aires, sobre este tango: un "Trago Amargo"... ¡para la pobre vieja!,

    De paso: El músico Rafael Iriarte fue un laburante de la guitarra en el tango. Nacido en un barrio del sur porteño, su fogueo artístico se dio en los cafés con música de la calle Corrientes. Después, llegó el espaldarazo en los teatros ‘Nacional’ y ‘Apolo’, ‘Porteño’ y ‘Empire’. Iriarte acompañó a una galaxia de cancionistas y cantores como Saúl Salinas, Rosita Quiroga y Agustín Magaldi, también a Charlo, Ignacio Corsini y Libertad Lamarque. Por su inquietud y ojos vivos, a Iriarte lo apodaban ‘El rata’.

    -Fragmento de la nota de Isaac Otero en el sitio "Crónicas de la Inmigración", setiembre de 2016-


      2016-11-21 19:28:06  

    A Pablo Agri lo esperó un violín en la cuna y a los diez años le pidió a su papá que lo inscribiera en un conservatorio. Su papá fue, nada menos que el rosarino Antonio Agri, juntamente con Elvino Vardaro y Mario Franchini, los tres violinistas más importantes del tango.

    Destaca que hoy encuentra a "muchos jóvenes  buenos instrumentistas y compositores que toman el tango con la seriedad que merece y que siguen estudiando". En cambio, Pablo advierte que "no me gustan definitivamente las imitaciones, las orquestas que ´tocan como´, ¡eso no me gusta! Digo que hay que aprender todos los géneros pero no imitar a nadie" sentencia.

    Aclara que "empecé con la música clásica para diferenciarme de mi viejo... Nací en el 68, año que se estrenó la operita "María de Buenos Aires" de Piazzolla y mi viejo ya era muy popular. Pero sin duda lo mío es el tango desde la cuna, o antes de ella y, hasta hoy, mi mejor manera de expresarme es nuestra música". Tanto es así que tocó, por ejemplo, con Mariano Mores y Horacio Salgán pasando por Néstor Marconi, Susana Rinaldi y Osvaldo Berlingieri. Es integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional desde 1992, tomó clases con el maestro Szymsia Bajour; fue becado por la Fundación Antorchas para estudiar en el Conservatorio Edgard Varese, en Francia. En el 99 fue violín solista del show "Tango argentino" en Broadway (Nueva York).

    Este año fue el músico argentino que tocó por primera vez tango en vivo en una de las siete maravillas del mundo, los palacios de la Alhambra en Andalucía, España. Además, junto a sus compañeros formaron junto a la orquesta de la Casa Argentina en París, integrada por una belga, tres franceses, cuatro argentinos, una japonesa, un chino, y una violinista rusa, todos jóvenes. "Esto nos dice claramente que el tango es universal y se toca en todos los idiomas" reflexiona finalmente este también joven, que aporta un violín de conservatorio consagrado a la música que identifica al país.

    -Esta nota toma fragmentos de un reportaje realizado por el diario "La Capital" de Rosario-.


      2016-09-21 19:58:17  

    Sergio Pujol es joven, filósofo, docente y con varios libros en su haber, investiga a las danzas sociales y concedió hace unos días una nota al diario "La Izquierda" donde afirma que la década del ´20 marcó un antes y un después de la cultura argentina marcada decididamente por la eclosíon del tango. Aquí la nota:

    Comienza Pujol señalando que recien a mediados de los años ´20 "tenemos a Gardel con un porcentaje dominante de tangos en su repertorio; viene de cantar estilos, milongas. Canta en esos momentos foxtrot, shimmy, alguna que otra rumba.  Por lo tanto no se puede decir que el tango a principios de los 20 fuera el epítome de lo argentino y de lo nacional. Más bien se va ganando ese lugar. Las críticas que se hacen al tango hasta el año 30 inclusive, no son tanto acerca de su supuesto origen prostibulario, de mala vida o pecaminoso, sino que es una música que no representa la totalidad de la Argentina. Es una música de puerto que se ha consolidado a partir del aporte inmigratorio decisivo en el lenguaje, tanto en las letras, con la presencia del lunfardo, como en la música.

    Lo mismo pasa con el samba en Brasil, con el son en Cuba. Hay un momento en que estas músicas, muchas con una fuerte impronta afro, se convierten en emblemas nacionales. Eso pasa entre los 20 y los 30. Pasan de ser músicas orilleras, con una fuerte connotación de clase, a representar al país. En ese tránsito depuran su forma pero hay algo de la condición de clase que queda. Y en un momento explota.

    Durante el peronismo explotó. Cuando Alberto Castillo canta “Qué saben los pitucos, lamidos y sushetas...” está retrotrayendo la historia del tango 20 o 30 años. Lo que les está diciendo a sus bailarines, a los que bailan con su música , es “ojo, sepan de dónde vienen ustedes, no se dejen engrupir, el tango es una danza de salón pero ojo que venimos de las orillas”. Es interesante cómo, en algún sentido, al tango nunca se lo domestica del todo.

    "En los ´20 el tango se come todo"

     A la vez los años 20 son la clausura de una época ahí ya nadie baila polka o mazurca muy populares en 1880 y 1890. En los 20, el tango se come todo. Se come esas danzas. No al jazz. Y en parte se las come, creo yo, porque aparece el tango canción. Si no hubiera aparecido, tal vez hubiéramos tenido todavía ese repertorio "variopinto" de danzas. 

    Además están los hijos de los inmigrantes para los años 20, que son más tangueros que los padres en muchos casos. Las historias de vida de esa generación, la de Piana, o la de De Caro, que era un poquito más grande, casi todas están marcadas por la brecha generacional.

    El muchacho que quiere formar una bandita de rock en los 60 tiene muchas similitudes con el muchacho que quiere tocar tango en los 20. Pero incluso el corte es más violento en los 20. Porque la familia en los años 60 ya no es tan autoritaria como la familia en los 20. Yo no conozco historias de hijos que hayan dejado de hablar con sus padres veinte años por querer formar una banda de rock. 

    Ya forma parte un poco del relato romántico del tango: el reencuentro del padre con el hijo consagrado, tocando tango con una orquesta de noventa profesores. Lo vemos en Canaro, en De Caro. La “gran orquesta”. Quizás el último representante de esa ambición clasicista en términos musicales sea Mariano Mores. Cuando lo entrevisté para el libro de Discépolo, Mores decía “sí, quise llevar el tango a un nivel superior, siempre quise elevar el tango”. Muchos de esos maestros podrían haberse dedicado tranquilamente a la música académica.

    En los 20 y 30 es muy fuerte el sinfonismo tanguero. En parte, por influencia de la música académica. En el jazz también se da con Paul Whiteman, eso de redimir la música orillera vistiéndola con las mejores galas. La música clásica es la gran música. En las entrevistas a los tangueros de esa época se ve que estaba la gran música y la música popular. El epígrafe que utilicé para el libro Cien años de música argentina es de Julio de Caro y dice “Mi deseo era que los conocimientos que había adquirido en el conservatorio se amoldaran a las emociones que había recibido en la calle”.

    ¿Cómo hacer para convertir la emoción de la calle en una música artística. No una música que sólo se baila, que acompaña las labores de los laburantes del Mercado de Abasto, que enamora a las chicas en su casa con la vitrola, sino una música que tenga un valor artístico sin olvidar esa emoción y ese arraigo?

     Rodolfo Valentino
    Con Rodolfo Valentino se afirma el star system y el latin lover. Que van a tener una prolífica trayectoria en la cultura de masas internacional. Efectivamente, los estrenos de Valentino causaban furor. No sólo en los varones, sobre todo en las mujeres. Hay un ídolo que atrae a las mujeres, que perturba a los varones, que genera incomodidad. Valentino baila tango, a su manera. Nosotros diríamos que lo hace “mal”. Pero, a la manera Valentino, lo baila y lo promociona a nivel mundial. Los argentinos de esta época son hijos de Valentino.

    La sexualidad en los años 20 también explota. Las flappers americanas con el cabello corto se suben el ruedo de las polleras. Las mujeres empiezan a tomar whisky, empiezan a fumar, en algunos países a votar. Esta revolución de las costumbres femeninas, del lugar de la mujer en la sociedad, de alguna manera está traccionada por artefactos culturales, y las películas de Valentino evidentemente cumplen un rol importante. 

     Si no se hubiera dado la tangomanía en los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, si los criollos de Argentina no hubieran “hecho la América” en Europa y Estados Unidos dando clases de tango y no se hubiera producido esa expansión, Valentino hubiera bailado otro ritmo en la película.