"A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y como el aire."
Jorge Luis Borges en Fundación Mítica de Buenos Aires

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El fraseo musical del tango

Sentimiento      2023-01-31 21:09:36


¿Qué hace a una música bailable?

Baile de tango      2022-05-10 22:56:13


Del escriba

El sentir

“Es la pista, cómo se la respeta, la que le da prestigio, el cartel, a una milonga”, chamuya un tramo del libro “Danza Maligna” de Horacio Pagano y te la deja picando...

Y es también la pista, cómo la respeta, la que le da prestigio, el cartel al buen bailarín, al que además de desplegar su danza, no incomoda, no cruza, no obstaculiza, ni choca a las demás parejas. 

Y Tomás, el protagonista de "Danza Maligna", la dejó picando para que te detengas en los orsay que se encuentran con frecuencia en las pistas milongueras y que el mismo capítulo del libro desmenuza hasta hacerle decir que “la pista no es”.

Y entonces no te queda otra que volver repensar la frase de arriba: “Es la pista, cómo se la respeta, la que le da prestigio, el cartel, a una milonga”.

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Encontrás "Danza Maligna" del mismo autor en la página de "Imprex Ediciones" y la "Librería Hernández" de la avenida Corrientes 1311 y 1436 capital federal, donde también se puede pedir para todo el país y el mundo en el siguiente link: http://www.libreriahernandez.com/l/danza-ma…/…/9789871310623
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Próximamente Tomás, el Buenos Aires, ¡va a estar agrandado! con más historias de tango, milongas y Buenos Aires. ¡Te va a gustar! ¡Salú!
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Noche porteña 2016. Milongueros, hombres y mujeres, llegan al salón de baile. A pesar de todo, pagan la entrada y se ubican en la mesa indicada. El ambiente es incómodo. Más que eso: agobia.

Mujeres que cumplen con el rito de siempre, cambiar los timbos de calle por los de bailar tango y suman otro que estos tiempos de Buenos Aires ya no falta: sacar los abanicos de las carteras. El abanico, un rasgo de femineidad en todas partes menos en la milonga donde hace rato se ha perdido como chuchi-elemento: son muchos los hombres que pelan ese cusifai de sus bolsillos para tenerlos a mano toda la noche.

Se largó la música y los primeros se animan a la pista. A medida que avance la noche se sumarán cada vez más parejas… el ambiente será más incómodo, más agobiante…

Pero al milonguero no le importa. Sublimará en la entrega a la música, a su pulsión por el baile y en muchos casos al sentimiento, esa  transpiración que brota sin remedio. Son pocos, hombres y mujeres, los que en la milonga subordinan sus ganas de bailar a la incomodidad y al agobio.

Se danza en la milonga con treinta y seis coma dos grados de temperatura. En muchas, con un aire acondicionado mezquino y en otras sin eso siquiera.

Únicamente un milonguero, hombre o mujer, pueden sobrellevarlo. Aunque no puedan explicarlo. Verano en Buenos Aires 2016, se baila en la milonga con treinta y cinco coma dos grados… aunque no pueda explicarse.

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Encontrás al libro "Danza Maligna", de este mismo autor, en "Librería Hernández" de la avenida Corrientes 1311 y 1436 capital federal, donde también se puede pedir para todo el país y el mundo en el siguiente link: http://www.libreriahernandez.com/l/danza-ma…/…/9789871310623

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El material de esta página tiene copyright. Se autoriza la reproducción de su contenido citándolo expresamente y con la premisa de no alterar el contexto de sus notas.

Relata un pasaje de mi libro "Danza Maligna": ´Al que no baila el tango puede pasar desapercibido el arte que ejerce el bailarín consumado, bailar en pista llena sin rozar al de al lado al mismo tiempo de improvisar las figuras de la danza. Hacen falta kilómetros de pista recorridos en las milongas para lograr eso: la precisión quirúrgica que demanda el tango bien bailado´.

Tango… bien bailado… De ese que hasta el ojo de un gringo identifica como “argentino”. ¿Se puede definir postamente cómo es bailar bien el tango? En cualquier caso, se puede parolear cómo es el tango bien bailado según lo juna un ojo entrenado y un cuerpo experimentado en la danza, después de haber transitado las pistas y encerados milongueros durante unos cuantos años por lo menos.

Se juega entonces “Danza Maligna” al sostener que hay “arte” en el desempeño de un bailarín consumado de tango. Define como "arte" la Real Academia Española a la “capacidad, habilidad, conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer algo. Maña. Disposición personal de alguien”.

Te bato ahora lo que este coso que escribe encolumna como el “conjunto de preceptos y reglas necesarias” para bailar el tango artísticamente: pisada, destreza, pausa, actitud, elegancia, desafío, sentimiento. Hay de todo esto en distintas dosis en el hombre y la mujer milongueros con clase de grandes bailarines.

Y son el tiempo y las ganas de ser más, de ser mejor, propias del que entrega su alma a esta danza, los que arman con esos preceptos al buen bailarín de tango. Al que es capaz de poner un sello de “arte” a su baile.

Claro que cada uno de ellos merece un chamuyo que los expliquen, sobre todo para “los que no son del palo” y para los que quisieran ser. Ya se hablará más adelante de estas armas del gran bailarín que te repito: pisada, destreza, pausa, actitud, elegancia, desafío, sentimiento.

Aunque Tomás, el Buenos Aires, busca no creérsela: si ésta su visión tras años de milonga… ¿Cuál es la tuya? ¿Hay otras bases que dan el cartel de gran bailarín milonguero? ¿Cuánto de cada una de ellas lo forman? Che, espero el chamuyo del malevaje sobre qué es lo que sobresale en el gran bailarín de tango… Vamos espero sus parolas… Y mientras te dejo estos cinco versos de Carlos de La Púa bien plantados en “La Crencha Engrasada”

"El que te baile bien debe ser púa,
manyado entre la mersa de los guapos,
haber hecho un jotraba de ganzúa
y tener la sensación de la cafúa
al atávico influjo de los trapos."
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Encontrás al libro "Danza Maligna", de este autor, en "Librería Hernández" de la avenida Corrientes 1311 y 1436 capital federal, donde también se puede pedir su envío a todo el país y el mundo en el siguiente link: http://www.libreriahernandez.com/l/danza-ma…/…/9789871310623
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Los timbos alcanzan en la milonga un protagonismo difícil de igualar en otros ambientes. No es lo mismo el con o sin ellos una vez que se cruza el umbral del salón de baile.

Por empezar, el mujeraje y la mersa varona coinciden en que una mujer sin zapatos de taco en el tango pierde puntos fieramente. Sigue el acuerdo en que también hay berretines entre las minas  por alcanzar el podio en esto de tripular los timbos más lindos de la noche. Es posta que toda esta raza de zapatos de chuchis derrama, en sus diseños y colores, belleza y sensualidad. Tanto que hasta merecen un capítulo aparte. Por ahora, que esperen.

En cambio, puede decirse que los timbos de tango para hombre pierden por varios cuerpos contra los de las minonas en cuanto a realzar pintas. Sólo se reserva a estos zapatos de varón lo que es sabido por todos: son decidores de la personalidad del que los calza y chamuyadores de cartel milonguero. Hasta ahí.

No obstante este bajo perfil, por lo que se conoce, son los timbos de los milongueros los que tienen más historia.

Cuentan los que dicen saber que en los años 20 y 30 nada más paquete, nada más de dandy en la milonga, que portar zapatos de cabretilla charolada “Sterling”, con caña de gamuza gris y taco militar… Fue lo más este estilo o modelo, que con distintos colores gastaban los muchachos de familias bien y pendencieros mal, al que buscaban estirarse con rejunte de sacrificios los empleados y obreros. No muchos lo conseguían.

Con el paso de los años los fanguyos de tango de varón ganaron en modelos y colores, aunque casi sin alternativas en cuanto a texturas y formas: o de cuero o de gamuza o del mismo charol, taco francés o taco bajo. Este corto listado no excluye, sin embargo, los exóticos, por decirlo de alguna forma: no es difícil lechuzear en las pistas modelos de mersería, sí con “s”, de mersa.

Pero la historia no se agota acá en cuestión de timbos milongueros de varón. Y más postamente no se agota si sos mina. Abajo, elegante papirusa, te despacho una especie de código que se confiaban las mujeres curtidas de la época de oro del tango: “juná los timbos de los tipos” avisaban a las nuevitas. ¿Para qué? preguntaban ellas…  Ahora vos también lo preguntás ¿no pibita?  Acá va la papa:

1 –  No salir a bailar si el coso no estaba “bien calzado”. La madre o las milongueras veteranas las adoctrinaban en esto: “o el tipo calza buenos timbos o dos cosas: no sabe bailar o es un tirado”.
2 – Cuidarse de los subidos a zapatos de charol: era el modelo más usado entre los “gigoló” y los cafiolos, acusaban las lenguas afiladas de las matronas.
3 – Y che papusa oí y andá a la pesca de: los hombres calzados con fanguyos de gamuza. Las veteranas los marcaban como… los menos verseros

Se deja constancia ante el malevaje que Tomás, el Buenos Aires, no tiene fábrica de zapatos de gamuza…, aunque usa…

Sí che, se sabe que los timbos alcanzan en la milonga un protagonismo difícil de igualar en otros ambientes. Tanto que, además de la historia, los zapatos de tango brillan hasta en el chiste milonguero.

Es recontra parlado el que cuenta los años de sacrificio que le costó al milonguero comprar eso que tanto anheló: timbos de charol para llevar al baile. Se le hizo y no hubo fanguyos más brillantes que los del coso en la pista. El cuento dice que en realidad no los usaba para bailar mejor, sino como rebusque para junar a las minas de sotamanga: como varonazo tanguero, él jamás reconocería dónde pispeaba ubicando al cerrar cada pieza su timbo brilloso entre los tobillos de la naifa… Cómo sí en cambio, años después, los cumbieros de “Damas Gratis” lo entonaban de frente manteca: “Se te ve la tangaaaaa…!!!”.

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Puede decirse que el huracán de la tecnología cambió –y promete seguir cambiando- todo. Incluso los usos y costumbres milongueras, por supuesto. Un salón de baile de tango ya no funciona como en el apogeo del género en los ´40 y ´50: a pesar de su clima ensoñador no dejan de pertenecer al mundo y no hay otra.

Más bien entonces que el salón de baile y su gente no funcionan como antes. Cayeron en el olvido muchas cosas y largo sería enumerar, pero una inclina a llamar poderosamente la atención: hasta la franela de la milonga se perdió.

No es que eran más hombres los hombres de antes, ni más querendonas las percantas de esa época, pero la franela desapareció como un elemento emblemático de lo que se tiene por milonguero.

En el muro de Facebook de mi amigo-hermano Julio Dupláa –mirá vos si cambiaron las cosas que hasta él y yo andamos por Internet- apareció una foto milonguera de 1943 en el legendario club “Sin Rumbo” del barrio de Villa Urquiza, que luego durante tantos años Julio manejó. Acá se reproduce la foto que da para hablar mucho y hasta para fijarse en el gordito que del otro lado de la medianera asoma la cabeza para junar el bailongo gratarola.

La foto cosechó pronta repercusión: el que baila es Juan Luna, milonguero de ley según quienes lo conocieron y entonces su hija ilustra en el mismo muro que su papá fue “un gran referente de la milonga y organizaba los bailes en “Sin Rumbo” y otros clubes de Villa Urquiza. Tenía buena discoteca de tangos y milongas” agrega la mujer. Y a continuación aporta unos datos preciosos de rescatar para la historia del tango y su danza, la “Danza Maligna” como dice Tomás, el Buenos Aires.

Recuerda la hija del bailarín que durante la preparación de la milonga al embaldosado del patio -ya techado y no como en la foto bajo las estrellas-, “le pasábamos el lampazo con querosén para acondicionarlo”. Sigue la entonces ayudanta de papá organizador de milongas recordando que “le revisaba las púas para que no salten en los discos de pasta de la época y… le limpiaba los discos con franela…”.

Los discos se limpiaban franeleándolos para dejarlos limpios antes de llegar a vitrolas y tocadiscos… No ha pasado tanto tiempo y tan cambiadas están las cosas. Tan cambiadas que, sí malevos y chirusitas, hasta la franela milonguera quedó en el recuerdo.

Tomás, el Buenos Aires, espera desde ahora sus historias de franelas milongueras che. Las de antes y las de ahora… Y no se cierra esta entrega sin gastarlos: ¡qué mal pensados al leer el título de esta nota…! ¡Salú!

Noticias

      2017-08-01 18:45:33  

    De www.diariopopular.com  -  Caminito que el tiempo ha borrado/ que juntos un día nos viste pasar...”. Uno lee la letra, tararea la música y piensa en ese rincón de La Boca, pero... Juan de Dios Filiberto (1885-1964), cuyo nombre real era Oscar Juan de Dios Filiberti fue un extraordinario guitarrista, armonista, pianista, compositor y director que vivió en La Boca. Lle puso música al tango Caminito, escrito por el riojano Gabino Coria Peñaloza. Filiberto además le puso música a Quejas de bandoneón, El pañuelito, Malevaje, Clavel del aire y otros clásicos. Además creó la Orquesta Nacional de Música Argentina que hoy lleva su nombre.

    Walter Piazza, Secretario del Consejo Directivo de la Academia Nacional del Tango, académico y cofundador de esa entidad junto con Horacio Ferrer en 1990, le contó a Porteño del Sur detalles de Caminito y de la vida de Juan de Dios Filiberto: “Lo que yo sé tras haber investigado es que todo conduce a dos historias diferentes, la del porteño Juan de Dios Filiberto y la del riojano Gabino Coria Peñaloza. Esos versos remiten, si uno escucha la letra y la analiza, a un caminito que corresponde a un paisaje que nada tiene que ver con La Boca”.

    “Coria Peñaloza era un poeta riojano bien alejado de Buenos Aires, no era Homero Manzi, que si bien había nacido en Santiago del Estero, a los 6 años ya estaba viviendo y estudiando en Buenos Aires. Entonces Manzi sí percibía desde pibe lo que era la ciudad entonces le cantó con sus versos más sentidos, sobre todo al sur... Boedo, Pompeya. Pero Coria Peñaloza escribió pensando en un posible recorrido que hacía para visitar a algún amor adolescente o juvenil de sus pagos”, agregó.

    Piazza concluyó: “Eso, puesto en la música de un porteño como era Juan de Dios Filiberto y explotado por ese sector del camino que va del Riachuelo a las vías del ferrocarril en la Boca, dio lugar a que durante muchos años se considerara al Caminito de La Boca como al de la letra de la canción. Ese es el Caminito de Filiberto, pero nada tiene que ver con la letra. La genial lírica y música de Filiberto la pone a disposición de ese lugar del que nunca se fue. Porque él nació, vivió y murió en La Boca. Jamás se fue para el centro de la ciudad como muchos otros. Siempre ahí rodeado de la mística, de Quinquela Martín y de otros amigos. Entonces son dos Caminitos diferentes: uno, el musical, el turístico y que explota el barrio; el otro, la verdadera historia del que caminaba el poeta. ‘Con juncos en flor’, dice. ¿Qué junco en flor hay en La Boca? Ninguno. Empedrado y vías del ferrocarril”.


      2017-06-08 22:03:26  

    Desde Marsella, Francia, distinguieron a Julio Dupláa, un histórico argentino de la danza del tango y la milonga, al calificarlo de "persona emblemática de la Ciudad de Buenos Aires". La Asociación Les Trottoirs de Marseille así lo consideró en una nota fechada el 1° de junio último a esta ciudad, firmada por Michel Raous, presidente de la asociación y Marcelo y Giorgia Guardiola, maestros de tango de Les Trottoirs de Marseille.

    Dice textualmente la nota:
    "Desde Francia hacemos voz para expresar nuestra gratitud y transmitir nuestra admiración por el Maestro Julio Dupláa quién desde su nacimiento respira tango.

    Nacido en el porteño barrio de Villa Urquiza declarado «Capital del Tango bailado» impulsado por el mismo Dupláa y cuna de tantos magnificos bailarines y milongueros, don Julio supo conocer el tango en el antiguo y prestigioso Club Sin Rumbo. Desde niño miró y escuchó las orquestas, de adolescente bailó su música y de hombre organizó milongas; toda una vida dedicada a nuestro tango y a nuestra ciudad ya que en la actualidad toda Buenos Aires respira su presencia, refleja su personalidad y vive su dedicación organizando eventos, cuidando el trabajo de los bailarines y dando clases que trasmiten sabiduria y vivencias.

    Por esto y muchas cosas más  el Maestro Julio Dupláa es una persona emblemática de la Ciudad de Buenos Aires. Nuestros más sinceros saludos".

    Tomás, el Buenos Aires, felicita a través de esta página a Julito Dupláa, amigo y, como dicen los franceses, un emblemático del tango bailado. Aunque él se cite cada vez que puede de "apenas un milonguero".

    Foto (Gentileza revista "La Milonga"): Julio Dupláa (derecha) en trámite de alguna tropelía con Tomás, el Buenos Aires.

     

     


      2016-11-24 20:18:14  

     "Trago amargo alcanzó el éxito el día de su estreno en 1925 con la letra de Julio Navarrine (1889-1966) y la música de Rafael Iriarte (1890-1961). ¡Esplendorosa época del tango-canción! “Lealmente, ´Trago amargo´ no era un tango de excepción, sino simplemente un tango exitoso. Su letra es de un tinte melodramático campero, de fácil sentimentalismo. La mejor virtud de su música era no alardear de ninguna: dejar que la opinión del oyente reafirmara su origen: ‘el tango de un guitarrero’. También queda dicho que era ´un sencillo y bien sonante tango´, según el sin par Francisco García Jiménez en su insoslayable libro ´Así nacieron los tangos´, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980.

    Si reflexionamos acerca de los versos de Navarrine, quien junto a su hermano Alfredo fue un admirable propulsor de los primerísimos cuadros folclóricos teatrales –y autores ambos de sendos tangos muy celebrados por el público–, habrá que resaltar cómo se habían condicionado al tema musical merced a una especial puja de frases imperativas: “¡Arrímese al fogón, viejita, aquí a mi lado!/ ¡Ensille un cimarrón, para que dure largo! ¡Atráquele esa astilla, que el fuego se ha apagado!/ ¡Revuelva aquellas brasas y cebe bien amargo! ¡Alcance esa guitarra de cuerdas empolvadas,/ que tantas veces ella besó su diapasón!”.

    El tango tuvo su estreno en el porteñísimo teatro ‘Maipo’ durante una de las temporadas de ‘revistas’, a mitad de los años veinte del pasado siglo. ¡Quién vería a aquel gaucho melodramático, dirigiéndole toda la ristra de mandatos a la madre, reservándose para él, por toda faena, el empinarse el codo con la botella de caña! Y la pobre vieja –de acá para allá, como maleta de loco– sin saber si arrimarse al fogón, si ensillar el cimarrón, si atracarle la astilla al fuego y revolver las brasas, si alcanzarle la guitarra o arrancarle primero la cinta, si secarse las lágrimas, si volver a cebar al “amargo” o bien si –ya exhausta–, después de buscar un crespón para la guitarra, inclinarse, al fin, ante la Virgen…"

    En fin, sintetiza ahora Tomás, el Buenos Aires, sobre este tango: un "Trago Amargo"... ¡para la pobre vieja!,

    De paso: El músico Rafael Iriarte fue un laburante de la guitarra en el tango. Nacido en un barrio del sur porteño, su fogueo artístico se dio en los cafés con música de la calle Corrientes. Después, llegó el espaldarazo en los teatros ‘Nacional’ y ‘Apolo’, ‘Porteño’ y ‘Empire’. Iriarte acompañó a una galaxia de cancionistas y cantores como Saúl Salinas, Rosita Quiroga y Agustín Magaldi, también a Charlo, Ignacio Corsini y Libertad Lamarque. Por su inquietud y ojos vivos, a Iriarte lo apodaban ‘El rata’.

    -Fragmento de la nota de Isaac Otero en el sitio "Crónicas de la Inmigración", setiembre de 2016-


      2016-11-21 19:28:06  

    A Pablo Agri lo esperó un violín en la cuna y a los diez años le pidió a su papá que lo inscribiera en un conservatorio. Su papá fue, nada menos que el rosarino Antonio Agri, juntamente con Elvino Vardaro y Mario Franchini, los tres violinistas más importantes del tango.

    Destaca que hoy encuentra a "muchos jóvenes  buenos instrumentistas y compositores que toman el tango con la seriedad que merece y que siguen estudiando". En cambio, Pablo advierte que "no me gustan definitivamente las imitaciones, las orquestas que ´tocan como´, ¡eso no me gusta! Digo que hay que aprender todos los géneros pero no imitar a nadie" sentencia.

    Aclara que "empecé con la música clásica para diferenciarme de mi viejo... Nací en el 68, año que se estrenó la operita "María de Buenos Aires" de Piazzolla y mi viejo ya era muy popular. Pero sin duda lo mío es el tango desde la cuna, o antes de ella y, hasta hoy, mi mejor manera de expresarme es nuestra música". Tanto es así que tocó, por ejemplo, con Mariano Mores y Horacio Salgán pasando por Néstor Marconi, Susana Rinaldi y Osvaldo Berlingieri. Es integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional desde 1992, tomó clases con el maestro Szymsia Bajour; fue becado por la Fundación Antorchas para estudiar en el Conservatorio Edgard Varese, en Francia. En el 99 fue violín solista del show "Tango argentino" en Broadway (Nueva York).

    Este año fue el músico argentino que tocó por primera vez tango en vivo en una de las siete maravillas del mundo, los palacios de la Alhambra en Andalucía, España. Además, junto a sus compañeros formaron junto a la orquesta de la Casa Argentina en París, integrada por una belga, tres franceses, cuatro argentinos, una japonesa, un chino, y una violinista rusa, todos jóvenes. "Esto nos dice claramente que el tango es universal y se toca en todos los idiomas" reflexiona finalmente este también joven, que aporta un violín de conservatorio consagrado a la música que identifica al país.

    -Esta nota toma fragmentos de un reportaje realizado por el diario "La Capital" de Rosario-.


      2016-09-21 19:58:17  

    Sergio Pujol es joven, filósofo, docente y con varios libros en su haber, investiga a las danzas sociales y concedió hace unos días una nota al diario "La Izquierda" donde afirma que la década del ´20 marcó un antes y un después de la cultura argentina marcada decididamente por la eclosíon del tango. Aquí la nota:

    Comienza Pujol señalando que recien a mediados de los años ´20 "tenemos a Gardel con un porcentaje dominante de tangos en su repertorio; viene de cantar estilos, milongas. Canta en esos momentos foxtrot, shimmy, alguna que otra rumba.  Por lo tanto no se puede decir que el tango a principios de los 20 fuera el epítome de lo argentino y de lo nacional. Más bien se va ganando ese lugar. Las críticas que se hacen al tango hasta el año 30 inclusive, no son tanto acerca de su supuesto origen prostibulario, de mala vida o pecaminoso, sino que es una música que no representa la totalidad de la Argentina. Es una música de puerto que se ha consolidado a partir del aporte inmigratorio decisivo en el lenguaje, tanto en las letras, con la presencia del lunfardo, como en la música.

    Lo mismo pasa con el samba en Brasil, con el son en Cuba. Hay un momento en que estas músicas, muchas con una fuerte impronta afro, se convierten en emblemas nacionales. Eso pasa entre los 20 y los 30. Pasan de ser músicas orilleras, con una fuerte connotación de clase, a representar al país. En ese tránsito depuran su forma pero hay algo de la condición de clase que queda. Y en un momento explota.

    Durante el peronismo explotó. Cuando Alberto Castillo canta “Qué saben los pitucos, lamidos y sushetas...” está retrotrayendo la historia del tango 20 o 30 años. Lo que les está diciendo a sus bailarines, a los que bailan con su música , es “ojo, sepan de dónde vienen ustedes, no se dejen engrupir, el tango es una danza de salón pero ojo que venimos de las orillas”. Es interesante cómo, en algún sentido, al tango nunca se lo domestica del todo.

    "En los ´20 el tango se come todo"

     A la vez los años 20 son la clausura de una época ahí ya nadie baila polka o mazurca muy populares en 1880 y 1890. En los 20, el tango se come todo. Se come esas danzas. No al jazz. Y en parte se las come, creo yo, porque aparece el tango canción. Si no hubiera aparecido, tal vez hubiéramos tenido todavía ese repertorio "variopinto" de danzas. 

    Además están los hijos de los inmigrantes para los años 20, que son más tangueros que los padres en muchos casos. Las historias de vida de esa generación, la de Piana, o la de De Caro, que era un poquito más grande, casi todas están marcadas por la brecha generacional.

    El muchacho que quiere formar una bandita de rock en los 60 tiene muchas similitudes con el muchacho que quiere tocar tango en los 20. Pero incluso el corte es más violento en los 20. Porque la familia en los años 60 ya no es tan autoritaria como la familia en los 20. Yo no conozco historias de hijos que hayan dejado de hablar con sus padres veinte años por querer formar una banda de rock. 

    Ya forma parte un poco del relato romántico del tango: el reencuentro del padre con el hijo consagrado, tocando tango con una orquesta de noventa profesores. Lo vemos en Canaro, en De Caro. La “gran orquesta”. Quizás el último representante de esa ambición clasicista en términos musicales sea Mariano Mores. Cuando lo entrevisté para el libro de Discépolo, Mores decía “sí, quise llevar el tango a un nivel superior, siempre quise elevar el tango”. Muchos de esos maestros podrían haberse dedicado tranquilamente a la música académica.

    En los 20 y 30 es muy fuerte el sinfonismo tanguero. En parte, por influencia de la música académica. En el jazz también se da con Paul Whiteman, eso de redimir la música orillera vistiéndola con las mejores galas. La música clásica es la gran música. En las entrevistas a los tangueros de esa época se ve que estaba la gran música y la música popular. El epígrafe que utilicé para el libro Cien años de música argentina es de Julio de Caro y dice “Mi deseo era que los conocimientos que había adquirido en el conservatorio se amoldaran a las emociones que había recibido en la calle”.

    ¿Cómo hacer para convertir la emoción de la calle en una música artística. No una música que sólo se baila, que acompaña las labores de los laburantes del Mercado de Abasto, que enamora a las chicas en su casa con la vitrola, sino una música que tenga un valor artístico sin olvidar esa emoción y ese arraigo?

     Rodolfo Valentino
    Con Rodolfo Valentino se afirma el star system y el latin lover. Que van a tener una prolífica trayectoria en la cultura de masas internacional. Efectivamente, los estrenos de Valentino causaban furor. No sólo en los varones, sobre todo en las mujeres. Hay un ídolo que atrae a las mujeres, que perturba a los varones, que genera incomodidad. Valentino baila tango, a su manera. Nosotros diríamos que lo hace “mal”. Pero, a la manera Valentino, lo baila y lo promociona a nivel mundial. Los argentinos de esta época son hijos de Valentino.

    La sexualidad en los años 20 también explota. Las flappers americanas con el cabello corto se suben el ruedo de las polleras. Las mujeres empiezan a tomar whisky, empiezan a fumar, en algunos países a votar. Esta revolución de las costumbres femeninas, del lugar de la mujer en la sociedad, de alguna manera está traccionada por artefactos culturales, y las películas de Valentino evidentemente cumplen un rol importante. 

     Si no se hubiera dado la tangomanía en los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, si los criollos de Argentina no hubieran “hecho la América” en Europa y Estados Unidos dando clases de tango y no se hubiera producido esa expansión, Valentino hubiera bailado otro ritmo en la película.